Al principio de su administración el presidente López Obrador prometió que en cuestión de un año México tendría un sistema de salud como el de Dinamarca. Eso claramente no ha ocurrido. Por el contrario, la desaparición del Seguro Popular y su reemplazo por el INSABI ha generado más problemas que soluciones. Vivimos con escasez de medicinas y los tratamientos en el sector privado de salud han aumentado ante las deficiencias en el público, lo que implica un costo tremendo para miles de familias.

La verdad es que no hace falta compararnos con los daneses. Con que López Obrador quiera imitar a Costa Rica en materia de salud sería más que suficiente. La estrategia de salud de ese país es tan envidiable que el actual encargado de salud de USAID del gobierno de Biden, el Dr. Atul Gawande, visitó Costa Rica para entender qué han hecho bien ahí y cómo podría Estados Unidos imitar sus planes de salud.

Gawande escribió lo que vio en un excelente texto publicado en el New Yorker que arranca con una visita a un cementerio en Atenas, una ciudad en el centro del país, en donde las tumbas de 1950 son de miles de niños que murieron antes de cumplir un año. Entonces la expectativa de vida en Costa Rica era de 55 años, en México la expectativa de vida era de 50 años y en Estados Unidos era de 68 años.

Para 1985 la expectativa de vida en Costa Rica era de 75 años, igual que la de Estados Unidos. En México era de 69.8 años. En el 2020 la expectativa de vida en Costa Rica llegó a 81 años, sobrepasando los 75 años que tenemos de expectativa de vida en México y en EUA.

Así, Costa Rica es el país número 35 en el mundo en expectativa de vida mientras que Estados Unidos es el número 46 y México somos el número 90.

¿Cómo le hizo Costa Rica para mejorar en poco más de una generación más de dos décadas la expectativa de vida? ¿Invirtió enormes cantidades de dinero? No. El tema no ha sido la suma de dinero sino la forma de invertirlo.

El sistema de salud Costarricense se basa en el EBAIS: Equipo Básico de Atención Integral en Salud que asigna un ATAP (Asistente Técnico en Atención Primaria) para cubrir cada uno a entre 4 o 5 mil personas. Estos ATAPs visitan cuando menos una vez al año a las poblaciones que les son asignadas para poder conocer su estado de salud y atender cualquier reto que presenten de manera personal, muchas veces incluso antes de que se convierta en un problema. Cada ATAP llena una ficha familiar, que es un archivo con información detallada de cada persona, no solamente vacunas, enfermedades y tratamientos. También condiciones de vida como tipo de piso en la vivienda; si tienen refrigerador, teléfono, computadora y si viven con animales en condiciones insalubres.

De esta forma el tratamiento de salud se vuelve preventivo en lugar de reactivo. El estado no tiene que esperar a que llegue un paciente a un hospital público para atenderlo lo que permite al sistema de salud anticiparse a las enfermedades y con ello logra reducir costos. La salud individual y la salud pública se hicieron homogéneas en Costa Rica.

El sistema EBAIS es extremadamente popular y por ello se ha vuelto intocable políticamente. Costa Rica ha logrado con un gasto menor al promedio en el mundo aumentar la expectativa de vida en todos los niveles socioeconómicos. Eso es pensar en el pueblo.

No hace falta tener sueños grandiosos de convertir nuestro sistema de salud en algo parecido al danés, en donde se invierten miles de millones de dólares al año (el 10% del PIB) que para México, en donde invertimos en salud el 5.5% del PIB, son una cifra irreal. Con que volteemos a ver a Costa Rica y como invierte el 7.5% de su PIB en salud, sería más que suficiente.

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@AnaPOrdorica

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