Un compatriota especialista en seguridad, Alfonso Murguía, fue entrevistado en la televisión argentina, sobre los síntomas en Ciudad Juárez antes de la descomposición social que hoy la simboliza en la inseguridad, pero también, de notables esfuerzos por lograr la paz.

Por su ubicación privilegiada Juárez siempre fue un lugar de trasiego de drogas, paso internacional a dos importantes estados de la unión americana donde hace más de 20 años las bandas de narcotraficantes convivían, con la intención de no calentar la plaza. Pero en esa sociedad de consumo, hace 17 años se presentaron situaciones que en su momento se ignoraron.

Tener presente en nuestro estado una experiencia como esa, debe servir de alerta; no es que se trate de circunstancias que la autoridad aquí no tenga consideradas pero, la lección de Juárez es que a pesar de ser evidentes, fueron ignoradas. Esa indolencia debe ser la primera señal de alerta.

Una situación de alta violencia social y delincuencia organizada se genera gradualmente, aparecen indicadores que muestran el crecimiento de la descomposición. El cambio es un hecho delictivo inusual (en Juárez, un homicidio masivo en un restaurante); además, las pandillas usan armas de fuego y suben los homicidios dolosos.

Sociedad y autoridad tuvieron la percepción de que las cosas empezaron a cambiar en su cotidianeidad, derivado de situaciones fundamentales: los autores de los hechos delictivos fueron usualmente jóvenes; se incrementó notablemente el consumo de drogas y los robos tuvieron mayor agresividad a personas usualmente respetadas; nuestro compatriota al advertir en Argentina tales indicadores, cita el caso de jóvenes que en motocicleta roban con violencia a amas de casa, o bien, bloquean calles. Además, en una provincia, detectaron policías involucrados con delincuentes. La advertencia fue apocalíptica: de no hacer nada, en dos años van a estar con problemas.

Afirma que el palpitar del crimen es el robo sencillo y que si este empieza a subir, algo anda mal, pues después vienen otros delitos fuertes como el secuestro.

Revela que al iniciar las acciones contra la delincuencia, deben medirse las consecuencias y con ello, una preparación adecuada de la respuesta. Las acciones deben estar sustentadas en la voluntad política de los gobernantes; la reestructuración de las instituciones y los procedimientos legales, lo que implica una labor de limpieza policial, a la par del equipamiento necesario que permita mantener condiciones de superioridad a la policía y la sinergia sociedad-autoridad para trabajar en conjunto.

En México sabemos lo que ha pasado en esa frontera y cómo los esfuerzos empiezan a tener frutos positivos. Querétaro está lejos de Juárez; con una situación geográfica estratégica, vale mucho tomar prevenciones para revisar qué hacen nuestros jóvenes, cómo han incrementado su presencia en adicciones y delitos, si estos son inusitados y de qué naturaleza son; si el incremento en delitos de robo existe y se puede explicar. Usar la experiencia de nuestros connacionales y revisar las situaciones que nos son propias, como el incremento de giros negros, acentuar el control de corrupción de instancias que inciden en el orden público; definir el impacto de situaciones que acompañan el desarrollo económico y social que caracteriza a nuestra entidad, como la migración; junto a procesos del contexto como la violencia familiar o los comportamientos suicidas.

El reclamo público de policías que alegan despidos tendenciosos, son más indicativos de que la limpieza policial se sigue practicando en los municipios del estado. Es preciso continuar el ejercicio del mantenimiento preventivo, de acciones a tiempo, necesarias para que Ciudad Juárez siga estando muy lejos de nuestra tierra.

Coordinador de la Licenciatura en Ciencias de la Seguridad. Ex procurador de Justicia

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