La opinión del presidente de la república no es equivalente a la opinión personal de un ciudadano común, pues lleva implícita la fuerza y el poder de representar la postura de todo el Estado Mexicano.

La opinión del presidente de cualquier país es un asunto de estado y por ello debe ser administrada con mesura y responsabilidad. Detrás de una opinión presidencial hay un efecto de alto impacto nacional, que puede modificar el curso de la historia.

Esto es de tal relevancia que podemos considerar que quien ocupa el cargo de presidente de la república pudiese tener una opinión personal respecto a un tema de gran significación moral, pero su investidura le compromete a externar posturas públicas políticamente correctas. Por tanto, la opinión personal de un presidente puede ser totalmente diferente de la opinión institucional que debe expresar como jefe de estado.

Esto queda reflejado en un video que circula en redes sociales, en el cual, en una reunión con miembros de la Guardia Nacional expresa que “los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto”.

En estricto sentido literal, esta es una opinión que podría externar cualquier ciudadano mexicano haciendo uso de nuestro derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, en boca de nuestro presidente y en el contexto actual de violencia que vive México, este mensaje adquiere gran relevancia y significado.

Podríamos considerar que fue expresado en un entorno privado, dirigido a un pequeño grupo de funcionarios públicos responsables de nuestra seguridad, los cuales parece ser que estaban en una sesión de capacitación; por tanto, no fue expresado públicamente al pueblo de México.

Sin embargo, en estos tiempos todos sabemos que es difícil mantener en privacidad lo que expresa una figura pública de tanta relevancia como lo es nuestro presidente, puesto que los dispositivos electrónicos tienen la capacidad de difundir públicamente todo lo que está a su alcance.

Además, si queremos justificar la intencionalidad del mensaje, debemos reconocer que pretendía privilegiar el respeto a los derechos humanos en el ámbito de las acciones para preservar la seguridad pública, lo cual es una exigencia de nuestro estado de derecho.

Sin embargo, en este contexto de impunidad en que hoy operan los delincuentes y de alta sensibilidad para las víctimas, de cara a la sociedad fue una opinión desafortunada.

Adicionalmente, los delincuentes reciben este mensaje presidencial como una instrucción hacia la Guardia Nacional de ablandamiento en las actividades policiales. Esto debilita a las instituciones responsables de combatir a la delincuencia y a las de procuración de justicia.

Vemos que por una parte que el presidente critica a los jueces que liberan delincuentes amparándose en fallas de tipo procesal y por otra, mensajes de este tipo dan argumentos de defensa a los abogados que los defienden.

Que este mensaje hubiese sido emitido desde la CNDH sería congruente y esperado, pero que fuese externado por el presidente de la república, es desafortunado.

No importa la intención de los mensajes, sino su impacto en este nuevo contexto regido por las percepciones públicas, tan subjetivas y emocionales.

A su vez, declarar que “los conservadores” están detrás de las acciones de los movimientos feministas, muestra una actitud de descalificación, del mismo modo que minimizar la gravedad de los feminicidios dando un enfoque ideológico al tema al responsabilizar de ello a la descomposición social y de valores estimulada por el neoliberalismo. Esto nos habla de un grave conflicto de comunicación. Que Martí Batres haya externado de modo tan contundente esta vinculación ideológica entre feminicidios y neoliberalismo raya en el oportunismo político, pero también en la ausencia de sensibilidad humana.

El presidente no se ha dado cuenta de que el mundo ha cambiado a partir de las nuevas condicionantes que la tecnología y las redes sociales imponen a las figuras públicas.

Antes de la existencia de las redes sociales los mensajes políticos generalmente quedaban atrapados en el ámbito de los grupos sociales o las comunidades, a las que se destinaban.

En contraste, hoy la inmediatez del impacto de las redes sociales se convierte en un factor de alto riesgo político, en un contexto social inestable y de alta sensibilidad emocional.

Tradicionalmente las declaraciones de los gobernantes eran la responsabilidad de un equipo de comunicadores profesionales que asesoraban a estos funcionarios públicos, lo cual permitía la reflexión y el análisis del impacto del mensaje en cuestión, antes de ser emitido.

En contraste, hoy los dispositivos digitales conectados a las redes sociales se han convertido en un instrumento personal, a través del cual el gobernante establece comunicación directa con la comunidad, de modo impulsivo y reactivo y muchas veces de modo irreflexivo y hasta dominado por sus emociones.

De este modo el presidente Trump a través del Twitter ha impactado no solo al pueblo norteamericano, sino a la comunidad internacional con mensajes de graves consecuencias, muchas veces redactados de modo inapropiado. La universalidad de la difusión de los mensajes impide su segmentación y lo que puede ser de gran significación para los Estados Unidos, podría ser provocativo para países miembros de la comunidad internacional.

Las declaraciones del presidente Jair Bolsonaro de Brasil, por medio de Twitter, que involucraban a la esposa del presidente de Francia, Emmanuel Macron, generaron tensión y conflicto entre sus respectivos países. Esto nos da muestra del grave peligro que representa el manejo directo y personal de los mensajes, a través de Twitter, por parte de los presidentes.

La personalización de la comunicación, que debiese ser institucional, pero que hoy es difundida a través de las redes sociales, se está convirtiendo en un grave riesgo de crispación social.
El presidente Nayib Bukele, de El Salvador, trae tal actividad en redes sociales, que pareciera que gobierna su país a través de Twitter.

Podríamos concretar destacando la necesidad de replantear la estrategia personal de comunicación del presidente López Obrador, disminuyendo su exposición mediática para evitar que temas de alto impacto público, o de alta sensibilidad social, sean tratados del modo espontáneo que es característico en él, ya que esto estimula la oportunidad de generar interpretaciones subjetivas y emocionales respecto a sus declaraciones, generando conflictos que nos distraen a los mexicanos respecto de los graves asuntos que debemos resolver para rescatar la seguridad pública, combatir la delincuencia y los feminicidios, blindar a nuestra economía respecto de los graves riesgos que se vislumbran en el futuro y generar soluciones reales para atacar la pobreza y las injusticias, entre otros grandes temas.

Si bien el presidente no es afecto al uso personal de Twitter, las largas conferencias mañaneras de formato tan abierto que parecen charlas, dan la oportunidad para tratar temas complicados de modo inapropiado y subjetivo, generando espacios de conflicto que son innecesarios, pues estimulan en las redes sociales confrontaciones que nos distraen de lo urgente y prioritario.

Replantear las conferencias mañaneras como un reporte a la nación, con datos objetivos preparado por sus colaboradores, sin reflexiones personales respecto a los temas, ayudaría a centrar la agenda pública en lo fundamental.

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