Ser mujer trabajadora en México es todo un reto, nos enfrentamos a un contexto con grandes desigualdades de género en el ámbito laboral y, aunque lo neguemos, social. Pero, ser mujer trabajadora en tiempo de pandemia, es y ha sido una odisea.

Y lo digo desde la experiencia, no sólo como una mujer que ha trabajado sin parar desde que egresé de la Universidad, sino como mamá, y emprendedora de un proyecto personal que decidí despegar en plena pandemia.

La situación no es sencilla, se ha alterado la dinámica personal y familiar. Y aunque las mujeres nos hemos tenido que adaptar, la búsqueda de equilibrio entre el trabajo y la vida personal es una constante que no siempre se logra.

Y es que las múltiples facetas se han empalmado como nunca. Hoy eres mamá, ama de casa, cuidadora, cocinera, esposa, maestra, enfermera y profesionista, todo al mismo tiempo.

Sin embargo, esa sobrecarga está teniendo estragos. De acuerdo con el Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2020, en 2018 se estimaba que las mujeres dedicaban 22 horas a la semana a los quehaceres domésticos y 28 horas al cuidado de otras personas(2.5 veces el tiempo que dedican los hombres a estas actividades). Hoy, se calcula que las mujeres dedican, en promedio, 50 horas semanales al trabajo no remunerado.

El panorama también ha impactado evidentemente en la autonomía económica de las mujeres, datos del Inegi advierten que más de 6 millones de mujeres no lograron obtener un trabajo remunerado por sus responsabilidades frente a la Covid-19.

Y ante toda esta realidad abrumadora, a veces se puede perder de vista un punto esencial que es preocuparse por una misma, por nuestra salud física y mental.

Sí, es cierto que a gran escala, es necesario que esto se visibilice y se tomen acciones profundas, que se generen políticas públicas con perspectiva de género que contemplen el cuidado de la salud mental de las mujeres y que las empresas desarrollen esquemas de trabajo que sean flexibles.

Un avance, es que dentro de la nueva Ley de Home Office se establece que  las empresas deben observar una perspectiva de género que permita conciliar la vida personal y la disponibilidad de las personas trabajadoras en  este modelo.

Pero también es cierto, que a otra escala, la personal, la que está a nuestro alcance, es necesario ayudarnos. Empecemos por ser amables con nosotras mismas, no auto sabotearnos, no sobre exigirnos.  Somos súper mujeres, pero no somos súper poderosas. Como mamá, emprendedora, como empleada o profesionista debemos establecer prioridades, y aceptar que no se puede controlar todo, y que lo más importante es el bienestar físico y emocional.

Retomo lo que Alejandra Quintero, entrepreneur, mamá, y maestra de Yoga y Meditación., comparte como recomendación: tomemos al día al menos de 3 a 5 minutos para uno mismo, sin pensar en nada más.

Hay que considerar que una plenitud en la vida —incluyendo la financiera—, viene también de los aciertos que tenemos sobre nuestras metas, y que si las definimos y trabajamos por alcanzarlas con un bienestar emocional, todo será más acertado.

Ale Quintero dice “resetea tu manera de pensar”. Así que seamos responsables de nuestro bienestar, cambiemos el chip, modifiquemos la fórmula que aplicamos las veces que sea necesario. En definitiva, preocupémonos menos, y disfrutemos más.

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