Se conoce ya el proyecto de la Cámara de Diputados para ampliar sus espacios de trabajo, modernizarlos y conectarlos entre sí, aun cuando se encuentren distantes del Palacio Legislativo de San Lázaro. Se estima que el proyecto cueste 400 millones de pesos y responde, a decir de la justificación del mismo, al crecimiento del número de comisiones que requieren oficinas propias y espacios para sesionar. Los bocetos incluyen un puente peatonal sobre la avenida Congreso de la Unión para llegar a una sede alterna de los diputados.

Ojalá se analice bien la pertinencia del proyecto y se justifique a cabalidad cada obra y, sobre todo, cada peso invertido en algo así. Nadie pretende que los legisladores sesionen en condiciones de escasez, pero tampoco de boato y exceso. Se necesita saber con exactitud si en verdad no hay ya espacios disponibles dentro del perímetro de San Lázaro para acomodar una veintena de oficinas más, lo que muchas veces no requiere fuertes sumas de dinero, sino imaginación, reacomodos inteligentes del flujo de trabajo y, principalmente, voluntad política para no dilapidar recursos que son de todos.

Ya mucho se ha comentado de lo opaco que resulta el Poder Legislativo federal y las áreas negras en materia de transparencia y rendición de cuentas, que hace que una buena parte de los recursos que erogan las Cámara alta y baja no sean justificados, como para que ahora los diputados se embarquen en una obra pública onerosa —acaso aparatosa—, que a final de cuentas no arroje resultados que beneficien a la sociedad.

¿En verdad la única forma de no entorpecer el trabajo legislativo es emprendiendo una obra de esta magnitud?, ¿y los espacios abiertos y deportivos dentro del perímetro de San Lázaro?, ¿qué impide usarlos? ¿Y los comercios que ocupan espacios legislativos como locales comerciales?, ¿son inamovibles?, ¿no son una concesión nada más?, ¿qué garantiza que el presupuesto inicial no se desborde? La autoridad capitalina ¿respalda la obra?, ¿se garantiza que la obra mejore el entorno social de las colonias aledañas o sólo es una forma de protección exclusiva de legisladores? El proyecto abre muchas interrogantes que hasta ahora no han podido ser solventadas.

Son tiempos de pensar en dar resultados legislativos de fondo, no de gastar en lo suntuario. De llevarse adelante este proyecto, se requiere que los mexicanos tengamos la mejor de las explicaciones y el convencimiento de que no había otra forma de resolver lo que en apariencia es un simple problema de espacio.

Sería una mala señal, por parte de la nueva Legislatura, que se tomaran decisiones costosas a partir de ocurrencias.

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