Hace más de un siglo, el 8 de marzo de 1908, un grupo de mujeres de la industria textil, decididas a mejorar sus condiciones laborales en la empresa “Cotton Textil Factory”, en Nueva York, EU, tomaron las calles de la gran manzana, con la firme intención de reclamar sus derechos. El resultado: 129 trabajadoras que perdieron la vida y miles más con lesiones graves.

Ese es solo un ejemplo de la violencia que durante siglos han sufrido las mujeres. Represión que se ha mantenido y que ha ido en ascenso en los últimos años. Pues si bien se ha vuelto más visible, no por ello es menos grave. Todos los días no faltan en la agenda pública hechos de feminicidio, lesiones en contra de mujeres, discriminación o desigualdad.

Aunque la normas digan lo contrario, la realidad es que sigue existiendo disparidad e inequidad en varios aspectos, como en la definición de criterios para la selección de personal, las condiciones para obtener un ascenso a puestos directivos, la estabilidad en el empleo, derecho a la formación profesional en igualdad de condiciones, igualdad de sueldo y mismas prestaciones que los hombres, derecho a la seguridad social en todas sus vertientes, especialmente en el cuidado de la familia, entre otros.

Esa es la agenda pendiente, un cumulo de compromisos incumplidos y que solo han recibido por parte de quienes hoy están en el Gobierno, indiferencia y represión.

¿Cómo responde la administración federal a los reclamados de las mujeres?, con candidaturas impositivas de personajes impresentables que han agraviado a nuestras compañeras. ¿Y a nivel local?, con el desprecio e indiferencia que les caracteriza. Inertes ante las necesidades, pasivos ante las exigencias y deseosos de que todo siga igual.

De ninguna manera. La lucha feminista es imparable y el respeto a la dignidad de las mujeres, en todas sus vertientes, es imperativo para todo gobierno. Ya basta de voltear a otro lado, de hacer que no pasa nada, de que la violencia se combata con discursos que la minimizan.

Las marchas que se dan en toda la república son una muestra de lo decididas que estamos las mujeres. Convencidas de recuperar nuestro lugar protagónico en la sociedad y la historia, ese lugar que nos fue arrebatado y negado sin justificación.

No reclamamos derechos superiores a los hombres, ni mucho menos privilegios, simplemente demandamos el reconocimiento que nos corresponde como seres humanos, el reconocimiento a la igualdad. Que se nos respete, y se nos den las mismas oportunidades, dejando de lado conductas machistas o misóginas que solo agravian nuestra integridad.

La lucha continúa y seguirá en pie; porque si las mujeres hemos soportado siglos y décadas de humillaciones y discriminaciones, eso nos ha hecho cada vez más fuertes y solo ha demostrado que de “sexo débil” no tenemos ni un pelo. Mi reconocimiento y apoyo incondicional a todas esas mujeres que hoy, como hace años, a reclamar sus derechos y defender sus ideales.

Porque unidas somos invencibles…nunca invisibles.

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