Carl von Clausewitz, en su tratado “De la guerra”, apuntó la polémica frase: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. En su concepción, el odio, la enemistad y la violencia primitiva configuran el motor de la guerra en un contexto de azar y probabilidades. Hoy, la invasión de Rusia a Ucrania revela que la guerra es la ruta para la reconfiguración del neoliberalismo en su versión radical, cuyo impulso lo constituye el despojo de los recursos naturales y su apropiación en el menor tiempo posible.

La concentración del capital en pocas manos, resultado del ejercicio de un neoliberalismo salvaje desarrollado en las últimas cuatro décadas, que dejó en manos del 10% de la población el 76% de la riqueza global, se llevó a cabo sobre la lógica del mercado, el desarrollo de empresas globales y la dinámica financiera. Sin embargo, este mecanismo llegó a su límite. Actualmente, las grandes potencias necesitan extender su dominio sobre espacios sociales y territorios para apropiarse de los recursos naturales imprescindibles para girar hacia un nuevo orden económico mundial.

Ucrania es un territorio estratégico en este sentido. Dentro de Europa, ocupa el primer lugar en reservas recuperables probadas de minerales de uranio; segundo lugar (y décimo en el mundo) de reservas de mineral de titanio, manganeso, hierro y mercurio; tercer lugar en reservas de gas esquisito; y, cuarto lugar en el mundo en valor total de los recursos naturales. En la cuestión agrícola tiene la capacidad de proveer alimento a 600 millones de personas al año. Del mismo modo, cuenta con un desarrollo industrial muy importante. Posee el cuarto sistema de gasoductos de gas natural más grande de Europa y ocupa el tercer lugar (y octavo del mundo) en capacidad instalada de centrales nucleares; tercer mayor exportador de hierro; cuarto mayor exportador en turbinas para centrales nucleares; y, noveno en el mundo en exportaciones de productos de la industria de defensa.

La disputa por la apropiación de territorios con alta capacidad de insumos naturales y el control de espacios sociales para depositar narrativas dirigidas a legitimar los actos de despojo, configuran el actual escenario del conflicto bélico en Ucrania.

Ante esta trama, es importante no distraer la atención acerca de los “bandos” buenos o malos. La pugna por el territorio ucraniano no surge con la invasión de Rusia. Desde hace 8 años, EUA y sus aliados respaldan la violencia perpetrada por el gobierno ultraderechista de Ucrania, quien llegó al poder en 2014, tras el derrocamiento del pro-ruso Viktor Yanukóvich, cuyas acciones han dejado cerca de 14 mil muertes en el territorio de Donetsk y Luhansk, ubicado en la región de Donbás.

En este contexto, tanto la narrativa de EUA y sus aliados que condenan la invasión a Ucrania, como la justificación de la intervención bélica de Rusia para desmilitarizar y desnazificar al pueblo ucraniano, ocultan el verdadero motivo del enfrentamiento: la reconfiguración del neoliberalismo en su versión radical, basada en el despojo de los recursos naturales en el menor tiempo posible y sin límite de fronteras.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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