Panistas y priistas le apuestan a la memoria social corta y a la juventud que no vivió bajo sus gobiernos. Les molesta en demasía que se les recuerde su pasado reciente y el no tan reciente, suspiran por el “borrón y cuenta nueva” social, pretenden, de manera absurda, achacar todos los males del país al actual gobierno, como si el presente no fuera resultado del pasado.

En 36 años de la larga noche del neoliberalismo en nuestro país, dejaron un cochinero y han pretendido que desde el primer año del gobierno de la 4T se resuelvan todos y cada uno de los enormes problemas que heredaron, de la inseguridad a la economía, de la ecología a los derechos humanos, de los feminicidios a la corrupción.

Pero no, la realidad social no funciona así, ni en México ni en ningún otro país. Y no funciona así en el presente ni lo hizo en el pasado ni lo hará en el futuro. No sólo es una utopía, en el caso de panistas y priistas se trata de querer evadir la responsabilidad de sus gobiernos.

El año pasado coincidimos en un foro, en Mazatlán, con el Dr. Carlos Pérez Ricart, investigador del CIDE y experto en cuestiones de seguridad. De su conferencia recuerdo una lámina contundente sobre el histórico de la tasa de homicidios, en México, en el período 1990-2018, es decir, en los sexenios de los priistas Salinas de Gortari, Zedillo y Peña Nieto y de los sexenios panistas de Fox y de Calderón.

La tasa de homicidios de hombres alcanzó un máximo cercano a los 34 por cada cien mil habitantes y a los 3.5, en el caso de las mujeres, en 1992, cuando gobernaba Salinas de Gortari.

A partir de ahí y hasta 2007 hubo una disminución continua. A Calderón le heredaron una tasa de 15 hombres asesinados, por cada 100 mil habitantes y una tasa de 2 mujeres.

Sin embargo, a partir de la insensata y ficticia “guerra al narco”, desatada por el espurio panista Felipe Calderón con tal de buscar una cierta legitimidad, después de su escandaloso fraude electoral mediante el cual fue impuesto en la Presidencia de la República, la violencia se desató, con su cauda de “daños colaterales”, es decir, con la muerte de decenas de miles de inocentes.

En tan sólo cinco años, de 2007 a 2012, con Calderón se elevaron las tasas de homicidios a casi el triple, en el caso de los hombres (pasó de 15 a 43) y a más del doble en el caso de las mujeres (pasó de 2 a 4.8). Peña Nieto heredó tasas de 47, en el caso de los hombres y de 5.5 en el caso de las mujeres. Pero panistas y priistas quieren pensar que eso ya se nos olvidó. Pero no es así y se los recordaremos cada que sea necesario.

Académico de la UAQ. anbapu05@yahoo.com.mx

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