Si bien la expectativa al arranque del 2020 es que habrá una recuperación ligera de la economía, no está claro si esto tendrá mejores consecuencias que las que tuvo en años recientes con respecto al grueso de la población. ¿Creceremos al 1 por ciento? ¿Podremos acercarnos al 1.5 por ciento como algún banco extranjero ha pronosticado? ¿O existen posibilidades reales de que el brinco sea más alto con la dosis de inversión pública y privada correcta? ¿Será el T-MEC un gran detonante o sólo un calmante para los nerviosos inversionistas? Sin duda nuestro país y sobre todo los mexicanos estamos esperanzados en que el actual sea un buen año, pero no debemos perder de vista la necesidad de que el crecimiento sea bien distribuido como un elemento indispensable de generar las bases de un verdadero crecimiento sostenido con más participantes de las ganancias.

Es un hecho que la noticia del decrecimiento marginal de la economía en el 2019 no fue una buena noticia, aunque el dato ha sido “refriteado” muchísimo para ser algo que sabemos desde principios de diciembre. Por supuesto que el estado ideal de una nación es el de pujanza, donde haya inversión, consumo, gasto público y en el que el valor de las exportaciones superen el de las importaciones. El año pasado no fue ese año, no crecer sin duda nos alerta que algo está fallando dentro de los componentes que estimulan la economía del país y que hay que replantear las estrategias.

Este 2020 pareciera empezar al menos con una mayor claridad para el sector público y privado de qué fue lo que falló en el 2019. Se señala recurrentemente que no se generó confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros, que no estaban recibiendo las señales adecuadas o no estaban entendiendo las que les enviaban. Aunque los grandes empresarios nacionales hicieron varios pronunciamientos donde se comprometían a meter dinero en diversos proyectos privados en el país esto no sucedió, lo que pudiera ser entendible desde la perspectiva de los hombres de negocios que decidieron no apostar ante la incertidumbre.

Pero no fue sólo la falta de inversión privada la que se contrajo, también el gasto de gobierno, que al parecer más que no saber cómo inyectar el dinero, no le gustaba, entre otras cosas, la forma como se estaba comprando en administraciones anteriores. Es evidente que algo venía mal desde hace ya varios sexenios, los ganadores de siempre, muy pocos y con sobreprecios, a costillas de muchos mexicanos y nuestros impuestos, que terminaban transferidos hacia las manos de los mismos que el gobierno enriquecía, en detrimento principalmente de los pobres que son muchos en México.

Se espera que para este año el gobierno federal gaste y que gaste mejor, ahí tiene un gran reto, a la vez que los efectos del combate a la corrupción puedan ser tangibles, se pueda hacer más con lo mismo o incluso con menos. Por otro lado, pareciera que los empresarios nacionales ahora sí van en serio y que a los extranjeros se les acabó la incertidumbre de cuándo y en qué términos sería aprobado el T-MEC, sin que sea la panacea, pero generando hoy ya mayor certeza de las reglas del juego del comercio exterior con nuestros principales socios.

El Presidente insiste en que él tiene otros datos, pero en realidad todos deberíamos tenerlos, ya que la estadística de la gran inequidad en la distribución de la riqueza es abrumador, aún en los años de crecimiento, donde no se ha logrado un avance en ese tema, punto. Es en el combate a la pobreza donde hay pésimos resultados desde hace décadas, cero avance, y que jamás está en las primeras planas ni en el FMI, ni en las calificadoras, ni en las pláticas empresariales o sus balances de resultados. Ese dato, junto con el del crecimiento, deben ir de la mano y ocuparnos a todos, son los otros datos que a veces nos pasan de largo y que no permiten que nuestro país se desarrolle en realidad.

@AMaximilianoGP

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