Al estilo de una película de Western, con pistoleros del viejo oeste, hoy tenemos en cartelera el letrero de “Se busca responsable del SARS- CoV2”. Vivo o muerto.

Lo anterior se interpreta fatalista o histriónico. Mi intención fue la segunda opción, porque en ese sentido los científicos en diferentes grupos de trabajo, en todo el mundo, se encuentran realizando una labor de detective —más similar a CSI que a cualquier western— para rastrear de dónde vino el virus y así, poder plantear el manejo de riesgo para futuras ocasiones. Y bueno, de paso comprender un poco más de los mecanismos de zoonosis.

Desde enero de este año fue publicada la secuencia completa del genoma del SARS-CoV2, con el cual pudimos conocer que este virus tiene un 96% de similitud con otro coronavirus llamado RATG13, encontrado en 2013 en el murciélago de herradura.

Con un porcentaje tan alto de similitud podríamos pensar que ambos virus son prácticamente idénticos. Dicha afirmación es lógica, sin embargo, ese cuatro por ciento de diferencia se estima que resulta en 50 años de divergencia.

Es decir, mientras escuchaban a los Beatles, Led Zeppelin y Pink Floyd, en 1970 también estaba ocurriendo un cambio importante con el “papá” de esta pandemia: justo en ese momento se cree que el coronavirus ancestral resultó en una línea evolutiva divergente, de la que luego emergerían el virus RATG13 y otra en SARS-CoV2.

Además, está la hipótesis que indica que existió un hospedero del virus que resultó en los cambios necesarios para que el coronavirus de murciélago se transformara para ser infeccioso en humanos; este animal intermediario sería una especie de puente biológico para que el virus cruzara hasta nosotros.

La hipótesis del pangolín es hasta ahora la más convincente, que indica que el coronavirus surgió en el murciélago, luego pasó a este escamoso animalito y de él, brincó al humano. Aún no existe mucha seguridad en que fue de esta manera como el SARS-CoV2 nos alcanzó, así que se sigue buscando la pista en otros animales, incluidos murciélagos, hurones, hámster, gatos, perros, tigres y leones, por mencionar algunos.

O quizás, todo fue culpa de un pangolín setentero (léase en tono de broma).

Es difícil saber si verdaderamente tendremos evidencia fuerte para conocer al hospedero intermediario. Sin embargo, la teoría de zoonosis indica que hay virus que “brincan” entre animales, se alteran, e incluso tienen la posibilidad de combinación con otro virus, fenómeno que puede resultar infeccioso para humanos.

@chrisantics

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