A tres calles de la oficina del gobernador Cuauhtémoc Blanco, hombres vestidos de negro, con chaleco antibalas, botas policiacas, pasamontañas y gorras, comenzaron a repartir despensas enviadas en apoyo de comerciantes del centro de Cuernavaca, y a consecuencia de la crisis desatada por el Covid-19, por un líder criminal apodado El Señorón.

Las despensas contenían cuatro rollos de papel higiénico, un litro de aceite, una bolsa de arroz, un paquete de galletas y una bolsa con sopa de pasta.

En cada paquete figuraba el sobrenombre del líder delincuencial, así como una imagen en blanco y negro que representaba “una corbata negra en el cuello de una camisa blanca”, según uno de los medios que reportó la entrega.

Ese día, otra célula del Señorón, integrada también por hombres vestidos con equipo táctico, entregó despensas a trabajadores del servicio de transporte público de Acapantzingo.

En portales frecuentemente empleados por el crimen organizado para difundir sus propios boletines, se afirmó de inmediato que el crimen organizado ponía también su granito de arena para hacer frente a la emergencia, y que a veces hacía “más” por la gente que los encargados de velar por esta.

El Señorón es un apodo que se escucha cada vez con mayor fuerza en Morelos desde que el líder del grupo de Los Rojos, Santiago Mazari Miranda, El Carrete, fue detenido en las inmediaciones de Chichihualco, Guerrero, en agosto del año pasado.

El Carrete había ascendido a sangre y fuego al liderazgo de Los Rojos, cuando la muerte de Arturo Beltrán Leyva hizo estallar en pedazos una organización criminal que controlaba la siembra, el tráfico y la venta de drogas en un corredor que abarcaba la Ciudad de México, así como los estados de Guerrero y de Morelos.

El Carrete quedó al frente de un poderoso grupo que durante la última década disputó el control de territorios a Guerreros Unidos y La Familia Michoacana.

Mazari Miranda acabó acorralado en Filo de Caballos, mientras intentaba huir de un tiroteo que duró varios días con guardias comunitarios del Frente Unido por la Seguridad y el Desarrollo de Guerrero, FUSDEG, al que se acusa de estar aliado con el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Tras la caída del Carrete, y el desmantelamiento sistemático de sus rivales, los Guerreros Unidos (menguados desde el caso Iguala), se abrió en Morelos un vacío que el Cártel Jalisco ha intentado ocupar a través de alianzas con pequeños mafiosos locales.

Al mismo tiempo, células residuales de Los Rojos intentan recomponer su poder.

Hace un mes sicarios de El Señorón subieron a redes sociales un estrujante video de menos de un minuto, en el que hombres armados, encapuchados, vestidos de negro, interrogan a dos muchachos (casi unos niños) “levantados” por el grupo criminal en Cuernavaca.

Los muchachos confiesan dedicarse al robo de bolsas, motos, autos. El hombre que los interroga mediante un efecto de distorsión de voz, anuncia: “No queremos robos, secuestros, ni extorsiones, ni violaciones… rata que agarremos, rata que matamos”.

A continuación los jóvenes son asesinados con disparos efectuados en la cabeza por un hombre zurdo. La ejecución fue rubricada: “Atentamente, El Señorón”.

El 17 de febrero una manta colocada en Jiutepec reveló supuestos vínculos entre el presidente municipal de Morena, Rafael Reyes, y la organización conocida como Los Linos,  formada por ex Guerreros Unidos, a cuya cabeza se encuentran los hermanos Rodolfo, Carlos y Lino Sotelo Adame.

La narcomanta acusa a Rafael Reyes de haber ordenado a sus policías que entreguen a Los Linos a todo “detenido que agarren”.

Firmaba nuevamente El Señorón.

El gobierno de Blanco dice que “de momento” no tiene información sobre este personaje. Fuentes locales sostienen que El Señorón  podría ser un sujeto conocido como El Frank o El Colombiano, jefe del gota a gota, la extorsión y la venta de droga en diversos municipios de Morelos.

Sin embargo, se ha asociado también al Señorón con uno de los miembros del grupo de Los Agüero, de Jiutepec, personajes que tuvieron vínculos políticos con el PRD y hoy los tienen con personajes cercanos al gobierno de Blanco.

El 9 de abril pasado abandonaron en diversos puntos de Jiutepec restos humanos descuartizados. A su lado había un mensaje dirigido a Los Linos y a un jefe de célula cuyo nombre es Abel Maya:

“Seguimos trabajando pueblo, ya faltan menos mayas y linos”.

Al final del mensaje firmaba de nuevo El Señorón.

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