Sin duda la semana pasada fue trascendental para el presidente López Obrador, quizá la mejor en lo que va de su administración. A la firma de los acuerdos finales del T-MEC, ya con el aval de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, se le sumó la ratificación sin jaloneo de Margarita Ríos-Farjat como ministra y la detención del controvertido Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública Federal. Sin duda muchos temas de fondo en menos de siete días, justo al cumplimiento de su primer año. Otros factores externos podrían mandar señales de que 2020 pudiera ser de oportunidades para México, cuestión de aprovecharlas.

El gobierno federal, y en particular el presidente, habían estado recientemente bajo una intensa presión mediática y de parte de la población por eventos principalmente vinculados con la inseguridad, como sucedido en Culiacán y la masacre a familiares de los LeBarón. En lo político-legislativo, la controvertida elección de la nueva presidenta de la CNDH, abrió otro frente de desgaste.

Pero las cosas en política no son estáticas. La aprobación del T-MEC pendía de un hilo, con riesgo de irse hasta el 2021, por los enfrentamientos políticos entre demócratas y Donald Trump, el impeachment como preámbulo de las elecciones presidenciales que están en la puerta. Sin embargo, el presidente López Obrador se empeñó en sacarlo adelante, sus esfuerzos de cabildeo directo con los congresistas quedaron de manifiesto, mientras que encargaba los trabajos en Estados Unidos a Marcelo Ebrard, hombre eficaz y de sus confianzas, quien, respaldado por Jesús Seade, hicieron su trabajo en Washington y a lo largo de Estados Unidos, tanto en sus territorios como en sus sectores económicos. El acuerdo logrado, ya con el consenso del congreso de Estados Unidos, genera certidumbre, palabra fundamental en el entorno económico y financiero. Quizá se cedió en algunos temas, seguro se ganó algo en otros, pero seguir sin un tratado ratificado era peligrosísimo para las expectativas de volver a la ruta del crecimiento económico. Eso lo sabía AMLO, operó y lo logró, influyendo lo que nadie se hubiera imaginado antes de 2018, su buena relación con Trump. Se apostaba que sus personalidades sacarían chispas, no ha sido así, ha habido prudencia y buen manejo de este lado.

En las negociaciones ha sido más eficiente lo político que lo técnico. Hace seis meses Trump amenazaba con poner aranceles a todos los productos mexicanos, con todo y TLCAN, hoy tenemos un acuerdo comercial que no es malo para México, incluye sectores no contemplados en el extinto tratado y que, reitero, da certidumbre sobre las nuevas reglas del juego comercial, pero ya con un acuerdo que sí fue autoría de Trump, por lo que no es tan fácil, incluso para él, ningunear lo ahí pactado.

También, el fin de la disputa comercial que parecería haberse sellado entre China y Estados Unidos será probablemente otro factor que calme a los mercados, que genere mejores expectativas económicas para el mundo entero. Trump querrá la economía norteamericana andando a todo vapor hacia las elecciones de finales de 2020 y esto deberá beneficiar a México si sabemos subirnos a la ola. El juicio de impeachment, que se iniciará en la Cámara de Senadores de Estados Unidos, no prosperará, no hay votos para que esto suceda, por lo que no podríamos anticipar que vaya a generar preocupación en los mercados, aunque si tendría efectos políticos en el electorado previo a noviembre de 2020.

Así entonces, AMLO podría irse de vacaciones con victorias que podrían sentar las bases para lo que viene, un año que de acuerdo con los analistas, no luce muy alentador, pero cierra mucho mejor que lo que esos mismos analistas decían hace un par de semanas.

Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp

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