El 28 de septiembre miles de jóvenes feministas, con pañuelos verdes y morados se manifestaron en diversas ciudades del país por el derecho a decidir sobre sus cuerpos y a vivir libres de violencia. La mayoría marchó de manera pacífica.

Nuevamente el centro de atención lo ocuparon las mujeres que, de acuerdo con la investigadora Marisa Belausteguigoitia, “...en sus pintas dejan verlo todo, la rabia, la soledad, el miedo, la venganza, la vulnerabilidad, el autoritarismo, la creatividad, la razón y el amor”. Expresiones que aparentemente impiden escuchar sus reclamos a los medios, a los políticos y gobernantes como el Presidente de la República, que en su insistente desprecio, las llama “rebeldes sin causa”.

Las jóvenes sí tienen causa y su causa es justa. Su causa es resultado de vivir violencia; del acoso sexual en las escuelas; del dolor por las once mujeres que son asesinadas todos los días. Su causa es la indignación por las niñas embarazadas y que son expuestas públicamente y el repudio a la hipocresía de las autoridades. Es una digna rabia que sigue sin ser escuchada.

En la última marcha en Ciudad de México algunas jóvenes agredieron con martillos a las mujeres policías del grupo Ateneas. En Querétaro otras rociaron con pintura la cara de quienes protegían la fachada de una iglesia. En el primer caso las mujeres policías hacían su trabajo, nos guste o no. En el segundo las personas que defendían el templo ejercían su derecho a la libre manifestación y expresión de sus ideas, los mismos derechos que ejercían las compañeras feministas.

La libertad de expresión es un derecho tan importante como la libertad de creencia. Ambas libertades tienen límites que no se deben cruzar y uno de esos límites prohiben atentar o agredir a personas, incluso a aquellas han sido señaladas como agresores. Las personas, todas las personas, merecen respeto a su integridad.

Uno de los principios del feminismo es la sororidad. Sororidad deriva de la palabra latina soror que significa hermana y en el feminismo se utiliza para referirnos a la hermandad entre mujeres aliadas para cambiar el sistema de opresión patriarcal. De acuerdo con Marcela Lagarde, la sororidad es “Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas”.

Sororidad, sin embargo, no es solapar. Sororidad no es callar ante la violencia. Sororidad no es legitimar con el silencio. La sororidad no tolera lastimar a una mujer policía, la sororidad nos obliga a intervenir cuando otras mujeres son violentadas.

El feminismo es una teoría política que se sustenta en la crítica al sistema para lograr su transformación. El feminismo obliga al autoanálisis. El feminismo se deconstruye para poder construir. El feminismo es crítico, pero sobre todo es autocrítico.

Vivir libres de violencia es un derecho, incluso de aquellos y aquellas que nos ven como enemigas. Lastimar a otras personas, a otras mujeres, no va con mi feminismo.

Directora Regional de CELAPAZ e integrante de la Red Nacional de Alertistas. Twitter: @mcruzocampo 
FB: maricruz.ocampo

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