Hace unos días Pancho Domínguez declaró que no le gusta que estén grafiteados los Arcos.

A mí tampoco me gusta, como tampoco me gusta que él haya pintado bardas en  zonas marginadas cuando no pensaba pararse jamás por esas calles. En gustos se rompen géneros. Pero el tema no es de gustos.

Tal vez Pancho comprendería la razón de las pintas si supiera que una de las imputadas por “grafitear” fue violada en 2019.

Tal vez entendería si supiera que ella denunció y en la Fiscalía la hostigaron hasta romperla y que el caso se cerró porque consideraron que la víctima tenía “cambios de humor”.

Tal vez entendería si supiera que ella intentó suicidarse y las autoridades nunca la atendieron o si supiera que hoy solo tiene 20 años.

Pancho Domínguez dijo que el Movimiento Feminista “es un movimiento al que hay que respetar”. Sin embargo él nunca ha actuado con respeto ni ha atendido las demandas que se han hecho a su gobierno a lo largo de estos años por escrito, con acciones jurídicas, con marchas silenciosas o con bailes y canciones.

Pancho Domínguez parece creer que él no tiene vela en el entierro de la desacreditación y criminalización del Movimiento Feminista cuando dice que “solicitará al alcalde y al Fiscal que se desistan de las denuncias”.

Será por eso qué no sabe que funcionarios de su administración andan “ofreciendo” a las jóvenes acusadas declararse culpables en un procedimiento penal abreviado para pasar poco tiempo en la cárcel. Tal parece que nuevamente su mano izquierda no sabe lo que hace su mano derecha (a sus espaldas).

Pancho Domínguez solo se expresa contra la violencia que viven las queretanas cuando los casos son mediáticos o el daño irreparable, como en los casos de Nancy y Yoseline.

Por eso estoy convencida de que su indignación por la detención de las jóvenes es de dientes para afuera. Si no fuera habría cumplido con las recomendaciones emitidas a su gobierno en 2016 por la solicitud de la Alerta de Violencia contra las Mujeres. Pero, de ocho recomendaciones, Pancho sólo cumplió una. A las otras siete les puso un “curita”.

Si Pancho “respetara” al movimiento hace años que habría escuchado a las expertas; ya tendríamos el cacaraqueado Protocolo Único de Atención a Víctimas de Violencia de Género y la Comisión Estatal de Víctimas tendría fondos y personal suficientes para cumplir con su trabajo.

El grafiti en los Arcos que no le gusta a Pancho es la manera que encontraron las feministas más jóvenes para ser vistas por un gobierno que ha ignorado a las mujeres y a las niñas por seis años.

Es la rabia ante la indolencia de las autoridades que ha contribuido al incremento de la violencia contra las mujeres en Querétaro. Es la rabia de no poder caminar seguras por las calles. Es la rabia de ser juzgadas y detenidas antes que sus agresores. Es la rabia digna de las miles de mujeres que Pancho Domínguez decidió ignorar desde el 1o de octubre de 2015.

La rabia es contra él. Por eso no le gusta.

Directora Regional de CELAPAZ, integrante de la Red Nacional de Alertistas.
Twitter: @mcruzocampo 
Fb: maricruz.ocampo

Google News