El miércoles pasado, el hasta ese momento director de TVUNAM, Nicolás Alvarado Vale escribió en su columna “Fuera de registro” algunas linduras sobre el divo de Juárez y su reciente fallecimiento. ¿Que qué escribió? Pues cosas como que no le gustaban las canciones de Juan Gabriel y daba toda una serie de argumentos intelectualoides, salpicando su texto con términos como kitsh, insider, riffs, dynamics, crescendo y camp, entre otros. Pero lo que más ardió en las redes sociales fue el siguiente comentario: “me irritan sus lentejuelas (las de Juan Gabriel) no por jotas, sino por nacas”.

Por supuesto que esto desencadenó críticas de todo tipo y los comentarios en el ciberespacio no se hicieron esperar. Que si Nicolás estaba buscando sus cinco minutos de fama; que si era pedante; que si era chocante; que si sus comentarios eran absurdos y hasta estúpidos. Bueno, con decir que resurgió una vieja petición en Change.org  para exigirle al rector de la Máxima Casa de Estudios del país, Enrique Luis Graue Wiechers, que removiera al susodicho de la titularidad de la televisión universitaria.

Definitivamente no fueron las 44 mil firmas reunidas, pero el hecho es que para el jueves a medio día, los sitios de noticias comenzaron a dar cuenta de la renuncia (entre líneas, despido) de Nicolás Alvarado a TVUNAM.

A través de un comunicado, la Universidad Nacional Autónoma de México dio a conocer la separación de Alvarado Vale de las filas universitarias, haciendo resaltar que la institución refrendaba “su compromiso con el esfuerzo y el talento de los miembros de su comunidad, así como con valores universitarios como la tolerancia, y el respeto a la pluralidad y a la diversidad”.

A mí en lo particular me parece que lo más grave no es que Nicolás criticara la forma de vestir de Juanga o su sintaxis; total, no somos monedita de oro y como se dice “en gustos se rompen géneros”, es decir muy respetable que no te guste Juanga, si lo comentas en una plática entre amigos, o incluso con tus contactos en Facebook.

Lo que me pareció más condenable es que el comunicador hiciera su comentario desde la plataforma de la universidad pública. Incluso, al inicio de su columna, Alvarado refrendaba su posición: “dirijo un medio de comunicación, pero uno público y universitario”.  Ahí está el detalle y fue precisamente eso lo que perdió de vista.

En su texto, Nicolás Alvarado se etiqueta como clasista –un término que de acuerdo con la Real Academia de la Lengua es la actitud de quien defiende las diferencias de clase y la discriminación por ese motivo- y afirma que es por eso que no le gusta la obra de Alberto Aguilera Valadez. ¿Cómo es posible que Alvarado, que aparentemente es tan docto en lingüística, no previera las repercusiones de la palaba con C? ¿Se le olvidó a qué institución representaba? ¿Pasó por alto que uno de los más grandes orgullos de la UNAM es precisamente la masificación de la educación y la cultura, sin importar las condiciones socioeconómicas de los miembros de su comunidad? ¿No se enteró que la razón de ser de una universidad pública es dar cabida a todos los niveles de la sociedad?  ¿No le suena “Por mi raza hablará el espíritu”? Me alegro que Grauer Wiechers lo haya removido por fin de la dirección de TVUNAM, cargo que en principio nunca debió ocupar. Lo que me preocupa es que no lo hiciera cuando la comunidad artística y universitaria se lo pidió, y si ahora, después de que criticara al autor de “Amor eterno”. Estimado rector #peroquenecesidad.

Google News