En la última semana se ha fortalecido la división y el encono social.

El conflicto está protagonizado por las posturas de dos fuerzas antagónicas, los grupos parlamentarios de Morena y del PAN. El campo de duelo es una de las instituciones fundamentales de nuestro país, el Senado de la República.

Todo ello, derivado de un pleito local acontecido en Veracruz por la remoción de un servidor público que está siendo investigado por posibles actos de violencia y corrupción.

Al puro estilo del viejo oeste, un grupo y otro responden fuego contra fuego; como la ley del talión, ojo por ojo, diente por diente.

Ambos grupos legislativos, sin considerar las repercusiones a la democracia y la institucionalidad, hicieron uso de una figura que, además de anacrónica, es violatoria del pacto federal. Me refiero a la desaparición de poderes.

Facultad regulada en el artículo 76 fracción V, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y que representa un estado de emergencia frente a eventualidades incontroladas. Figura que se integró al texto constitucional en 1874 y que está en desuso, pues la última ocasión en que se utilizó fue en el sexenio del presidente Luis Echeverría en 1975, tiempos muy diferentes a los que vive actualmente México.

La solicitud se presentó primero por acción nacional hacia el estado de Veracruz, y después en vía de respuesta por Morena, para los similares de Guanajuato y Tamaulipas.

Sin embargo, lo que no toman en cuenta ambos grupos, es que, por un lado, la Constitución no los faculta para desaparecer poderes locales, sino para declarar cuando éstos ya no existan de facto; es decir, para afrontar una situación de hecho y emergencia, no así para crear supuestos de derecho.

Pero lo más grave es que por disputas partidistas se desconozca el voto popular y la democracia, poniendo en riesgo las instituciones y la estabilidad nacional. Es una falta de respeto a nuestro régimen democrático y a las mexicanas y mexicanos que libremente eligieron a sus gobernantes.

Lo sucedido manda un mensaje de desaliento en la conformación de un estado progresista y de autoritarismo centralizado, dejando en el olvido los principios del federalismo.

Como se quiera ver, el uso faccioso de facultades constitucionales para resolver disensos locales y, sobre todo, de tipo partidista, es inadmisible, pues no solo se pervierten las instituciones, sino que también se pone en riesgo la paz y tranquilidad de nuestro país.

Apelo a la razón de los compañeros legisladores y espero que reflexionen su postura, así como que tengan cuidado con las decisiones que toman, pues es importante serenar los ánimos y dejar las diferencias partidistas donde deben quedarse, en la campaña electoral.

De lo demás, ojalá y las peticiones en comento se desestimen, pues de lo contrario entraremos a una línea muy delgada sin retorno, pues está claro que la interpretación parcial de la Constitución puede llevarnos a una ruptura definitiva de la que México difícilmente se recuperará.

Diputada local del PRI. @AbigailArredondoRamos @AbiArredondo

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