Hola, ¿qué tal va su 2020? Ya es febrero y el tiempo sigue avanzando; espero que todos estén disfrutando de buena salud. Hace unas semanas les hablaba de las fascias de nuestro cuerpo, y decía que: “las fascias o lo que comúnmente conocemos como el ‘pellejo’ de nuestra piel, son un tejido orgánico preponderante en su relación con nuestros músculos y sistema nervioso. Es el órgano más grande de todo su cuerpo y está en todas partes de éste.

“Las fascias nos protegen de los rayos del sol, ayudan a que nuestros músculos se tensen o relajen, le dan forma y sostén a sus organos, movilidad y comunicación entre todos los sistemas; según sea el caso; dependiendo de nuestras actividades aportan a una vía perfecta para que sean eslásticos, flexibles, y que todos los tejidos esten integrados y organizados, también a nuestras articulaciones las mantiene bien lubricadas, entre muchas otras funciones”.

Pero no solo es nuestra piel; tenemos fascias conectivas entre músculos y músculos y huesos, por ejemplo. La función principal de las fascias es unir o conectar.

Estos tejidos fibrosos son distintos según la parte de nuestro organismo donde las encontremos, y aparte de generar conectividad, dichos tejidos nos ayudan a soportar peso, a generar fuerza, a proteger nuestros huesos y músculos, imaginen que sus fascias son cables yuxtapuestos que a su vez generan colágeno.

Ahora bien, ¿qué es el colágeno? El colágeno es una proteína cuya función es mantener unidas las diferentes estructuras del organismo. Es la molécula más abundante en nuestro organismo y se calcula que de cada cuatro proteínas del cuerpo es colágeno; es decir que más o menos representa el siete por ciento  de nuestra masa corporal.

El colágeno y el sistema fascial, sirven para transmitir, distribuir y modificar las fuerzas de los músculos y de los impactos externos, precisamente por lo que explicaba anteriormente, ya que son tridimensionales, como lo dije antes: nuestra primer fascia es la piel, después tenemos fascias entreveradas con nuestros músculos y la última fascia que es la capa que recubre nuestros huesos.

Esto lo puedes constatar con auto masaje craneal: coloca las yemas de tus dedos sobre tu cuero cabelludo, la mano izquierda sobre el lateral izquierdo de tu cabeza y lo mismo del lado derecho. Con suavidad presiona hacia arriba en ambos lados; vas a notar lo delgado de la fascia primero y conforme avances vas a reconocer tu tejido muscular que aunque fino es muy detectable al tacto.

Avanza con este suave masaje buscando que las yemas de tus dedos se encuentren en la parte alta de tu cabeza; luego deslízalos hacia los lados, sobre tu frente, ve hasta tu nuca, en fin, como quieras llevar el trayecto de tus dedos.

Conforme hagas esto, notarás cómo tu cuero cabelludo se lubrica, cómo los músculos craneales se distensan y su tejido es más reconocible al tacto, al tiempo que te sentirás más relajado y cómo la presión muscular se relaja y se abre.

Lo anterior se debe a la interrelación tridimensional entre las fascias.
Otro ejemplo muy simple: cuando sientas comezón, en lugar de rascarte, localiza el punto de la comezón y date pequeños pellizcos sutiles en el área, o separa con suavidad tu primera fascia. Verás qué rápido se quita la comezón sin lastimar tu piel con rasguños.

Ven a Centro y´u ®y aprende con nosotros como evitar el dolor, generar tu propio colágeno, quitarte las arrugas y el estrés manejando tus fascias.

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