Se cumplen 31 años de que fuera lanzada Whole Earth ‘Lectronic Link, mejor conocida como The WELL, una de las primeras comunidades virtuales creadas por un sector de usuarios ajenos a Arpa y a la academia, fundada con base en la idea de que las tecnologías de información y comunicación eran ideales para la vida en común.

WELL fue fundada en Sausalito, California, por Larry Brilliant y Stewart Brand, que decidieron de esa manera poner al alcance de las personas la tecnología de comunicación de punta pero con la filosofía de desprenderse de las actitudes voraces que fomenta el capitalismo y recuperar el espíritu de la contracultura. Los primeros usuarios de WELL eran el prototipo de la clase media estadounidense familiarizado con las nuevas tecnologías, pero paulatinamente se incorporaron otros de diferentes naciones y no tan duchos en esas herramientas.

Brand era un viejo lobo en eso de fomentar el uso de las nuevas tecnologías. Fue pionero en difundir la idea del Do it Yourself, que tendría un efecto perturbador en el nacimiento de las computadoras de escritorio. Al fundar WELL, Brand retomó una frase que definió en buena medida la filosofía de esa comunidad en línea: “La información quiere ser libre”.

Well estableció un esquema de publicación de mensajes en donde los mismos debían ser firmados y no podían ser censurados por los administradores. Se trataba de que cada persona fuera responsable de lo que decía, que pudiera modificar o eliminar sus escritos e impedir que fueran usados por un tercero. Una idea de empoderamiento que suena insensata en estos tiempos donde la vigilancia en línea está a la orden del día.

WELL comenzó sus operaciones como un boletín electrónico, Bulletin Board System (BBS). Fue el lugar preferido de reunión de los fans de Grateful Dead; allí prácticamente nació Electronic Frontier Foundation (EFF), cuando John Perry Barlow, John Gilmore y Mitch Kapor, sus fundadores, se conocieron en línea y empezaron a platicar y a reflexionar sobre la necesidad de crear una organización que luchara por las libertades en el ciberespacio.

En 1993, el periodista Howard Rheingold publicó un libro, La comunidad virtual, en donde narraba su experiencia como cofundador de WELL y activo participante de la misma. Señalaba que ese medio digital era la expresión de una nueva forma de hacer vida social, que él denominó comunidad virtual. En los ocho años previos a la salida del libro, un sector importante de la bahía de San Francisco había visto sacudida su existencia por WELL.

En ese entorno dominado únicamente por el texto, Rheingold sostuvo miles de conversaciones con amigos y colegas, allí conoció a mucha gente, hizo nuevas amistades y con el tiempo estableció algunas relaciones muy íntimas. Para él, esa comunidad virtual fue un extraordinario laboratorio psicosocial en donde se fusionaron los capitales cognitivo y social para generar una comunión y una transformación colectiva.

Incluso unos de los primeros miembros de Well, Mitchell Kapor, escribió un artículo en donde refería que “La vida en el ciberespacio [...] es más igualitaria que elitista y más descentralizada que jerárquica. Beneficia a los individuos y a las comunidades, no a las audiencias masivas”. La frase de Kapor resume en buena medida la tendencia de ver al ciberespacio como una ventana hacia la libertad y una vía alternativa de comunicación.

WELL así como otros BBS de los años ochenta del siglo pasado evidenciaron que las comunidades no nacen por el solo hecho de crear una plataforma o aplicación, sino de la identidad, los valores y experiencias compartidas, con la interacción continua entre las personas. Todos los ex-hippies y habitantes de la bahía de San Francisco que se reunían en WELL compartían y tenían muchas cosas en común. Como auténtica zona generadora de comunidades, WELL enseña que las mismas no nacen con la creación de figuras burocráticas como el community manager.

Periodista y escritor especializado en cibercultura.

@tulios41

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