El 7 de julio, este medio publicó el reportaje “La opulencia y la precariedad. Las caras opuestas de Juriquilla”, del periodista Domingo Valdez. La nota recibió diversos comentarios, pero me voy a enfocar en solo uno de ellos: “Su publicación es falsa... la foto que publican ni siquiera es del Pueblo de Juriquilla.”

Como alguien que desde hace años conoce la realidad de las dos Juriquillas quisiera decirle a la persona que envió el mensaje que se equivoca. Que ahí, como en otras partes de Querétaro y México, la pobreza sí vive al lado de la opulencia, separada por altas bardas que sólo sirven para enfatizar la enorme diferencia socioeconómica que existe entre dos mundos.

Hace años que personas de Juriquilla Pueblo, como llaman con cariño a su comunidad, me dieron la oportunidad de conocer su realidad y sumar un granito de arena a su lucha por que se reconozca la situación de precariedad que vive la mayoría de la gente del pueblo.

Ha sido nadar contra corriente. Ha sido ver cómo los políticos de todos los partidos que han sido y son parte de los tres niveles de gobierno —muchos vecinos de los fraccionamientos de lujo que rodean a Juriquilla Pueblo— no solo niegan la realidad de miles de personas que quedaron atrapadas en islas de miseria rodeados de la opulencia más violenta, sino que con su omisión contribuyen a acrecentarla.

Juriquilla Pueblo es un lugar de gente digna, orgullosa de su comunidad y sus tradiciones, que no quiere las dádivas que ofrecen los programas asistenciales que todos los gobiernos insisten en implementar y que no contribuyen a cambiar su condición y posición en la escala social.

Las personas del Juriquilla Pueblo contemplan desde sus ventanas una riqueza que les es ajena. Son personas que solo piden oportunidades reales. Oportunidades de educación, salud, vivienda digna y trabajo formal para romper con la barda simbólica que lacera su dignidad aún más que ese monumento a la desigualdad, con su puerta variopinta que sus vecinos ricos cierran por las noches para impedirles caminar por calles que son de todos.

Es muy probable que quien hizo el comentario nunca se ha adentrado en Juriquilla Pueblo. Es muy probable que no sepa que en muchos predios viven 7 familias, que los niños y niñas van a la escuela solo cuatro horas, que no existe una sola área de esparcimiento y que solo pueden jugar en la calle. Es probable que no sepa que la foto del artículo es la Calle de la Cuesta.

El privilegio solo tolera a la pobreza cuando le está sirviendo. Cuando le lava su coche, cuando le barre la casa y le cuida a sus hijos, cuando le carga los palos de golf. El privilegio equipara pobreza con delincuencia. El privilegio es la principal causa de ceguera en las personas que más tienen en nuestro país. El privilegio, de la mano de la ignorancia, la xenofobia y la discriminación, no reconoce la pobreza que viven 48% de los mexicanos y las mexicanas.

La nota sobre las dos realidades de Juriquilla es verdadera, y yo puedo demostrarlo

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