Su creatividad sorprendía con ese recurso que todo marketing privilegia como un elemento de éxito, la inspiración, tanto que a su empresa decidieron bautizarla como ”Espacios que Inspiran”, controladora de la franquicia “La Borra del Café”. Buscaron entonces que sus modelos de cafeterías fueran ese reducto creativo, con libros, películas, murales, frases de vida, decoración en todo rincón, en ese anhelo por abrir competencia ante el arrollo de marcas globales.

Un puñado de emprendedores tapatíos así comenzaron su historia hace 12 años; año con año en lucha para demostrar que el giro de las cafeterías no era un modelo agotado o saturado. Lucieron después la vanguardia para abrirse a las criptomonedas, al metaverso, a los fondos colectivos, a la internacionalización de su franquicia. A dejar que la inspiración fluyera en cantidad de oportunidades, y convencieron y convencieron a socios, a inversionistas, a funcionarios, proveedores, a otras marcas de su giro, organismos, academia, emprendedores, medios de comunicación y clientes.

¿Qué pasó con la marca que levantó el orgullo de la grey empresarial local, de universidades de excelencia, de la cuna de la franquicia, Guadalajara, con sus decenas y decenas de sucursales por el Occidente, Bajío y Centro, y que decir con sus aperturas sin precedente en expansión a Estados Unidos y España?

Platiqué con León Reffreger, socio fundador y responsable de la firma de café en los años de gloria. Del otro lado de la frontera, hoy con el encargo del desarrollo internacional que no en fuga, reitera y que sí dando la cara, comienza con una dicotomía -el bien y el mal- y de ahí al autoexamen.

Luego de la pandemia, “muchos proyectos, hubo gran cantidad de oportunidades pero no la generación de flujo de capital”. Súbitamente, el estilo de gestión de la empresa fue distinto; en vez de sacar adelante compromisos, se acumularon los pendientes, vinieron los problemas entre los propios accionistas, Se puso a la venta la empresa, tres intentos y nada. “La empresa entró en estrés y sumamente dañada, vino un descontento enorme y un silencio contradictorio”, admitió.

Todo cambio. Se dejó de pagar a proveedores, a marcas asociadas, las nominas a colaboradores y empleados, utilidades a inversionistas, sucumbieron tiendas, rondas y fondos de inversión pensados hasta en tres formatos. Los afectados que decidieron ser parte de uno de los esquemas para el levantamiento de cafeterías al interior de plantas industriales, aseguran que recibieron contrato y título accionario pero “nunca les dieron un solo estado financiero”.
Julieta Villaseñor, afectada, admitió que les prometieron “las perlas de la virgen”. Detalló que también los franquiciatarios sufrieron a lo largo de un año y medio o más, con un desabasto de insumos increíble.

Aquí su conclusión: encontraron tan bien el modelo de negocio, les embonó también el no tengo dinero, pero sí tengola labia, el mensaje inspirador, el convencimiento para seguir jalando interesados y con ello, obtener el recurso que necesito para generar más sucursales y me subo a una plataforma, al referirse a Leon Reffreger, de quien dijo,  no supo  parar esto.

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