Uno de los elementos clave de la democracia moderna —entendida cual régimen político que identifica como valores fundamentales la libertad, la igualdad, los procesos de renovación del poder y el respeto a los derechos humanos—, tiene que ver con los términos en que la democracia se construye, consolida y garantiza su permanencia. No basta la simple noción de democracia procedimental que nos legó Bobbio, pues gobiernos elegidos por vías democráticas en múltiples ocasiones caen en la tentación de mantener su ejercicio gubernamental a través de métodos no democráticos; generalmente lo hacen con artimañas, como el desacreditamiento de los actores o grupos sociales que, por sus condiciones económicas, sociales, culturales, políticas o religiosas, difieren de ellos, que acusan a los actores de mentirosos, rijosos, desestabilizadores, chantajistas y hasta “ardillas”.

Cuando estos escenarios hacen su aparición entre el gobierno y la sociedad, entonces estamos en presencia del vacío que se construye con la falta del ejercicio político. Cuando la política se ausenta, todos como sociedad perdemos, y sólo unos cuantos, los retrógradas, autoritarios y soberbios ganan, pasando por encima de las mayorías. En Querétaro la política está ausente, se ha ido, la hemos perdido y con ello, nuestro nivel de democracia y gobernabilidad se reduce gravemente, la ciudadanía se debilita y se quebranta el Estado de derecho constitucional. Es un hecho, en el gobierno, en los ayuntamientos, en el Congreso local, en los partidos políticos y en los organismos intermedios como los sindicatos, organizaciones civiles y la universidad pública existe un gran vacío de la política.

La política es el “hacer” del hombre que, más que ningún otro, afecta e involucra a todos; el hacer político es la praxis del diálogo y el acuerdo, fundado en el discurso, en la ideología que tiene como base una serie de valores y principios que como colectividad asumimos válidos, universales, evidentes y necesarios para satisfacer, a través del Estado y su gobierno, las carencias más básicas de todos y cada uno de los individuos de la sociedad. Necesidades que son objetivas, mínimas y universales para consolidar nuestro proyecto de vida con base en la autodeterminación, la dignidad humana, el ejercicio de las libertades y la garantía de la igualdad.

El buen funcionamiento de una democracia depende de la forma en que se establecen las relaciones entre el gobierno y la sociedad de un Estado. Esto implica la existencia de un límite inquebrantable para la actuación del gobierno y de quienes lo integran, que debe estar determinado por el reconocimiento formal de los derechos humanos, pero primordialmente por la garantía del goce y ejercicio pleno de los mismos, la cual parte de la actitud de respeto y autolimitación que asumen los gobernantes y funcionarios públicos.

La democracia requiere de eficiencia, transparencia y equidad en las instituciones públicas, políticas y sociales, así como de una cultura que acepte la legitimidad de todos los grupos sociales, incluyendo a los que conforman la oposición política, social, cultural y religiosa a los gobernantes. Esto es justamente lo que hoy denota ausencia en Querétaro, en sus 18 municipios; en sus ayuntamientos y el Congreso; en partidos políticos; en los medios de comunicación y las estructuras intermedias; pero sobre todo, en la vida diaria, en las calles, las plazas y los edificios públicos, donde la divergencia se criminaliza y se reprime, y se sentencia a la ciudadanía a desaparecer activamente, porque la crítica es un ejercicio que duele, molesta, incomoda, atemoriza a los gobernantes, a los actores políticos y a sus partidos, que han deconstruido el Estado democrático.

La ciudadanía política queretana exige su derecho a participar activamente en el proceso político; a construir el espectro de protección al que aspiramos, que abarca desde el derecho a un mínimo de bienestar económico, hasta el de compartir plenamente la herencia social y vivir conforme a los estándares predominantes de la sociedad, que permitan satisfacer nuestras necesidades, ejercer nuestras libertades y garantizar la igualdad.

Abogado y profesor en la Facultad de Derecho de la UAQ. @norbertoalvarad

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