En 1984,  el año en que nací, se registró el debut de Michael Jordan en la NBA con su emblemático equipo, Chicago Bulls. Dos años antes, en el Draft de 1982, Dominique Wilkins fue traspasado del Jazz de Utah a los Atlanta Hawks, con quienes debutó y jugó a lo largo de 12 temporadas, hasta 1994.

Un año más tarde, en 1985, Dominique, poseedor de una gran fuerza e imponente personalidad de dos metros con tres centímetros de altura, en su tercera temporada como profesional encabezaba a un equipo de respeto, además de que a la postre, ese año registró su mejor temporada al promediar 30.3 puntos por juego.

También en ese año, segundo del concurso de clavadas dentro del All Star Weekend, enfrentó a Michael Jordan que jugaba su segunda campaña con el número 23 de los Toros, además de otros buenos jugadores como Clyde Drexler, Darrell Griffith, Terence Stansbury, el legendario Julius Erving, Larry Nance y Orlando Woolrdige.

A la final, llegaron el alero de Atlanta conocido en su tiempo como “The Human Highlight Film” y como era de esperarse, Michael Jordan, quien emergía con su genialidad dentro de la liga. Tres turnos por jugador.  Wilkins ganó el volado y mandó por delante al jugador de Chicago. Éste inició con una clavada de 43 puntos; Wilkins respondió con 47; siguió Jordan con calificación de 44,  pero Wilkins  impresionó con  potente 50; Jordan en su último intento lucía nervioso, pero realizó una clavada a una mano de reversa que le valió 49 puntos, Wilkins aseguró el título de clavadas ese año con un remolque de 360 grados de frente, a dos manos.

Ahí nació una gran rivalidad para ver quien era el mejor de este certamen a fines de aquellos nostálgicos años 80. En 1986  Jordan no participó y Wilkins fue superado y sorprendido por el diminuto Spud Webb, quien sigue siendo hasta la fecha el jugador de más baja estatura (1.68 metros) en ganar el concurso de clavadas.

Para 1987, la final se volvió a repetir. Michael Jordan y Dominique Wilkins ofrecieron uno de los espectáculos más memorables en la historia del basquetbol profesional. Aquella vez, Jordan maravilló al mundo con su legendario vuelo desde la línea del tiro libre ante el que el jugador de los Hawks ya no pudo hacer nada, a pesar de que dio su máximo esfuerzo en sus intentos.

Un año después, en el 88, la rivalidad volvió a acaparar la atención en el Chicago Stadium, casa de los Bulls. Los duelos de clavadas entre Jordan y Wilkins fueron fundamentales para la gran popularidad que tomó el concurso. De nuevo, por tercera vez, ambos basquetbolistas regalaron instantes inolvidables, pero Dominique no pudo ganar otra vez; Michael Jordan obtuvo su segundo y último trofeo como mejor  clavador de balones. En 1990, Wilkins ganó su segundo certamen de clavadas.

A sus 56 años, Dominique Wilkins visitó la Ciudad de México el fin de semana pasado dentro de las actividades del torneo NBA 3X, para alentar a los jóvenes que participaron en esta justa  a que sigan desarrollando su talento, pues aseguró que en este país hay  jugadores de gran nivel que puede llegar a la NBA. Comparto su visión de que en México hay jugadores, pero lo que hace falta son los recursos para soportar una liga propia profesional y que esté ligada a la NBA. ¿Si el basquetbol en el país recibiera aunque sea el 30% del recurso que llega al futbol, otra cosa sería, no lo creen?

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