Durante muchos años el Lic. Andrés Manuel López Obrador, entonces aspirante a la Presidencia de la República, se caracterizó por tener una gran sensibilidad social que le permitió palpar las justas necesidades, molestias e ilusiones de las y los mexicanos. Nadie como él logro “entender al pueblo” y por tanto ofrecerles una aparente solución o respuesta positiva a todas ellas. Solo él pudo encender una llama de esperanza en millones de votantes y así gano la Presidencia.

Desgraciadamente hoy parece haber perdido dicha sensibilidad. Pareciera que la soberbia, los resentimientos y los prejuicios o bien la ambición de poder le nublaron dicha capacidad. Hoy los malos resultados de gobierno, las promesas incumplidas —que desde que fueron hechas estaba visto que eran inviables—, lo han arrastrado por un tobogán en el que no solo no hay resultados positivos para la mayoría de mexicanos, los errores se han hecho más frecuentes y también con mayor profundidad e impacto. Ello lo tiene tan turbado que ha dejado de gobernar para todos sus gobernados y quizá secuestrado por el grupo de colaboradores mediocres y traidores que lo rodean, hoy más bien pareciera que vive para justificar dichos errores y deficiencias al atacar y denostar a quienes él denominó sus adversarios —a quienes trata con saña como si fueran auténticos enemigos— en lugar de convocar a todas y todos los mexicanos a resolverlos.

Pareciera que la compra de voluntades mediante la entrega de dinero en efectivo envuelta o disfrazada en “programas sociales” no ha sido suficiente y ello lo tiene verdaderamente desesperado al grado que pareciera que las tragedias que azotan al pueblo, como los efectos de la pandemia, o los deliberadamente inundados en Tabasco o como el colapso en la línea 12 del Metro de la Ciudad de México, ya no le duelen, ya no las siente.

Pareciera que ahora le preocupa más el perder votos en las elecciones del próximo 6 de junio que la vida de al menos 26 personas fallecidas en la tragedia de Tláhuac de hace unos días. Es por ello que ni visitó el sitio de la tragedia, ni contactó a las familias de los fallecidos, ni los visitó en el hospital. Peor aún, cuando el Sr. Presidente fue cuestionado sobre el porqué no había acudido al sitio de la tragedia o a visitar a los heridos en los hospitales mandó a todos, familiares de fallecidos, heridos y en sí a todas y todos los mexicanos, ¡AL CARAJO!

En suma, al Sr. Presidente la tragedia de la línea 12 del Metro, como otras muchas, le valió…..

FUENTE DE LOS DESEOS: Ojalá el Sr. Presidente recapacite y recupere la sensibilidad social que lo caracterizaba. Ojalá recupere el respeto y cariño que él sentía por las y los mexicanos. Ojalá lo haga y pronto, ya que en tanto lo hace, lastima profundamente a millones de familias mexicanas.

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