En los días previos había una gran expectativa por el Primer Informe de AMLO. La prensa publicó encuestas con un alto nivel de aceptación, como la de EL UNIVERSAL que le dio un 69%, y otras que reportaron cifras semejantes. Sin embargo, el mensaje sorprendió un poco, no sólo porque fue una síntesis de las conferencias mañaneras, sino porque la parte más sustantiva fue una enumeración de datos y porcentajes sobre los programas sociales. 54 logros y una autocrítica (EL UNIVERSAL, 2/IX/2019).

La crítica hacia AMLO muchas veces se encasilla en etiquetas y simplificaciones que terminan en afirmaciones rotundas: “es un populista”. Hay que salirse de ese esquema fácil porque no se explica cómo se puede salir de la herencia desastrosa que dejaron el PRI y el PAN. El mensaje presidencial tenía diversas posibilidades para explicar con mayor profundidad el sentido del proyecto; para hacer un reconocimiento a fondo de los obstáculos y dificultades que hay para remontar una realidad complicada y un México con graves problemas de difícil solución.

El texto que leyó AMLO en Palacio Nacional tocó muchos temas, quizá fue disperso, por momentos llegó a tesis simples, por debajo de realidades muy complicadas. Si quisiéramos ver las partes encontramos al menos cinco: una introducción sobre la democracia y el Estado en donde resaltó el combate a la corrupción; una segunda sobre el desarrollo y las acciones de obra pública y las finanzas, en la cual se hizo un contraste entre las viejas obras, emblemáticamente simbolizadas en la cancelación del aeropuerto de Texcoco y las nuevas obras, como Dos Bocas o los avances en Pemex; una tercera parte, probablemente la más importante para AMLO, fue sobre los programas sociales y sus beneficiarios, que dejan ver lo que realmente le interesa al presidente; una cuarta parte sobre algunas de las decisiones que se han tomado para generar el objetivo principal de este gobierno: la redistribución para el bienestar; y, al final, un brevísimo mensaje político sobre porque los que se oponen al gobierno son “conservadores” y están “moralmente derrotados” (además de “aturdidos” y “desconcertados”), mientras que “la mayoría está feliz, feliz, feliz”. En suma, no hubo novedades, salvo quizá el hecho de llamar a este mensaje el “Tercer” Informe en lugar del primero.

Me hubiera gustado que el mensaje fuera más sustantivo y que AMLO nos explicara algunas de las tesis generales que sustentan su proyecto. Por ejemplo, cómo está eso del respeto del ejecutivo a los otros poderes y organismos autónomos, como signo de fortaleza democrática, cuando todos los días escuchamos una crítica, algún reproche o un recorte presupuestal. También me hubiera gustado que explicara cómo es que vivimos ya en un Estado de derecho, cuando por todas partes se ve que la justicia es un desastre, desde su diseño legal hasta su implementación. No hubiera estado nada mal una ampliación sobre cómo se separó ya al poder político del poder económico. Sin duda, hubiera estado bien saber cuál es la estrategia para que ahora el Estado sea el responsable del desarrollo y la redistribución del ingreso. Cada uno de estos supuestos es fundamental para entender por qué estamos ante la posibilidad de otro proyecto de país. Estos enunciados que se perdieron en el transcurso de las cifras de beneficiarios de los programas sociales.

Como cierre, AMLO citó a Maquiavelo y si hubiera profundizado cómo la fortuna y la virtud han acompañado a la 4T, tendríamos una mejor idea para entender los altos porcentajes de aprobación del presidente y, también, sabríamos por qué la violencia sigue imparable y cuándo se puede esperar una mejoría importante. Todas estas explicaciones hubieran hecho una gran diferencia entre un Informe de gobierno y una síntesis de las mañaneras…

Investigador del CIESAS.

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