La inflación es una variable que los economistas seguimos de cerca. Definida como el incremento generalizado y sostenido en los precios, es un termómetro que en términos prácticos refleja cómo cambia el poder adquisitivo de las personas. Es decir, qué tanto puede comprar una persona con el ingreso que recibe.

La semana pasada se anunció el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de noviembre 2021, con el cual la inflación general anual llegó a 7.37%: la más alta desde hace 20 años. Es cierto que no son los niveles observados en la década de los 80 que con tres dígitos causaron terror. Sin embargo, para ponerlo en perspectiva, esta cifra es 2.5 veces mayor que la tasa de inflación objetivo del Banco de México (3%).

Estos términos tan técnicos ya los sentimos todas y todos. Los productos agropecuarios, que incluyen alimentos, mostraron un incremento anual de 12.6%. Los energéticos, incluidos la gasolina y el gas, subieron casi 11.3%. Incluso, productos con precios menos volátiles como las mercancías y servicios, subieron 5.7%. Así que es cierto cuando sales del mercado y sientes que cada vez lo que compras está más caro.

En la ciudad de Querétaro la inflación alcanzó 7.42%, cifra cercana al promedio nacional. Sin embargo, hay ciudades como Fresnillo, en Zacatecas, donde la inflación superó 10% o Tijuana, Baja California, con 9.4%. En contraste, en las ciudades de Quintana Roo —Cancún y Chetumal— la inflación se ubicó en alrededor de 5%.

Desde abril 2021, la inflación superó el objetivo de nuestro banco central, pero se había considerado un fenómeno transitorio explicado por la interrupción de las cadenas de suministro y algunos procesos productivos, la inflación en Estados Unidos y estímulos económicos en otros países. No obstante, tras ocho meses de cifras similares empieza a ser símbolo de preocupación.

El Banco de México, quien tiene el mandato de controlar la inflación, ha incrementado de forma gradual la tasa de interés de referencia desde junio. Esta pasó de 4% a 5%. La pregunta es ¿qué tanto subirá la tasa mañana en la última junta del año?

¿Qué implica esto para las y los ciudadanos? En primer lugar, el incremento acelerado en los precios puede frenar el consumo y afecta en mayor medida a quienes destinan una mayor proporción de su ingreso al consumo, o sea a quienes menos ganan.

Además, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha revisado al alza el valor de la canasta alimentaria urbana, la cual subió 9.2%. Por ello, es probable que para el cuarto trimestre de 2021 se observe un aumento en la pobreza laboral, entendida como el ingreso de los hogares que cubren una canasta alimentaria para cada uno de sus miembros. Hay que considerar que el incremento al salario mínimo entrará en vigor hasta 2022 y que solo la mitad de los trabajadores se encuentran en la economía formal, por lo que no todos los trabajadores se beneficiarán de esta medida ni se verá al cierre del año.

Controlar la inflación es clave, pero los incrementos a la tasa de referencia también tienen implicaciones para la producción y el consumo, lo cual puede ser motivo de otra columna. Lo cierto es que para 2022 no debemos perder de vista a la inflación: un foco rojo para la recuperación económica que pone en mayor riesgo a las familias más vulnerables.

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