El próximo 18 de diciembre, 60 días naturales después de su publicación en el Diario Oficial de la Federación, entrará en vigor la Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación, elaborada de manera conjunta por el Instituto Nacional de las Mujeres, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, así como por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). Se trata, evidentemente, de un triunfo que cataliza muchos esfuerzos realizados previamente, desde que el subsistema laboral fue colocado como uno de los ejes fundamentales en aquel primer Programa Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación 2006, cuando se observaba una relación de continuidad entre la garantía plena de los derechos laborales y económicos y el logro de una vida de calidad y con autonomía moral y política.

La Norma referida, de manera fundamental, tiene como objetivo señalar la manera en que los entornos laborales tendrían que estar estructurados por las perspectivas de igualdad y no discriminación, tanto en lo que se refiere al ingreso, promoción y permanencia del personal, como a la paridad salarial, a la prevención del acoso y la violencia, así como a la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar. Esta Norma crea un Consejo Interinstitucional que, integrado por las instancias de gobierno que la crearon, tiene la obligación de asistir y vigilar a los centros de trabajo para que se erradiquen las prácticas discriminatorias y excluyentes. De este modo, no sólo se promueve el tema por la vía de las quejas o las reclamaciones, sino que el Estado asume una tarea proactiva y conciliadora para facilitar la incorporación de la no discriminación en los espacios laborales, de la mano con las y los empleadores, así como con las y los trabajadores y los sindicatos que emplean. Cabe señalar que, en este rubro, si bien el CONAPRED tiene la función de conocer de quejas por presuntos casos de discriminación, lo más importante es la posibilidad de que este organismo de gobierno se convierta en un coordinador de la política pública en la materia, facultad que poco se ha ejercido, cabe señalar. Y es que, ante los recursos limitados de que dispone el CONAPRED para sus tareas, más que perseguir casos individuales de discriminación –lo cual es, por supuesto, muy importante en lo que se refiere al acompañamiento de las víctimas–, debería crear el contexto interinstitucional para que estos casos sean la excepción y no la norma. Un CONAPRED fuerte y asertivo debería estar guiando el proceso de generación y consolidación de una auténtica política de Estado en materia de igualdad y no discriminación –que actualmente no existe aún–, y para esta tarea la vinculación con la sociedad civil y la presencia efectiva en los potenciales espacios de discriminación resulta fundamental.

No tendría que profundizar más en algo que ya he señalado de manera constante en mis colaboraciones previas en este espacio: que la autonomía política y moral tienen como paso previo la autonomía material y económica, y que éstas últimas no se logran si seguimos tolerando la existencia de espacios laborales que son auténticos campos minados para los grupos históricamente discriminados. No obstante, quisiera enfatizar un elemento que señala la Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación: que necesitamos medidas y parámetros para que las personas puedan armonizar su vida laboral y su vida familiar, pues en el momento actual, muchas personas que pertenecen a poblaciones históricamente discriminadas –como las mujeres– tienen que renunciar a uno de los ámbitos si quieren consolidar el otro. Esto no debería pasar. Que alguien tenga que renunciar a su vida laboral a causa de una carga injusta de trabajo en casa o porque es víctima de la discriminación en el trabajo no son asuntos menores. Una persona laboralmente discriminada vive una vida precaria, angustiada, carente de calidad; esa misma persona, si la situación continúa, se convierte en alguien que no ejerce el resto de sus derechos ni su agencia política. No podemos contribuir –con nuestras acciones u omisiones– a que esto siga pasando.

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