De todo el reino animal, nada es más conmovedor que un pequeño huérfano, así se trate de un perrito o de un osezno. La visión de un pajarillo que al iniciar el vuelo pierda el nido, puede estremecer a un hombre endurecido por los golpes de cada jornada. Entre los mamíferos, hay hembras que dan su leche a criaturas que no son suyas y madres humanas que adoptan a niños que nacieron en otro continente, para llenarlos de amor y transformar la vida de ambos: cuando un bebé busca el pecho de una madre o se aferra a la mano de un padre, muchas veces son los adultos quienes pierden el miedo a la vida.

En el libro Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling, hay un espejo de Erised, artilugio que fue descubierto en un salón de clases abandonado del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Este objeto tiene la facultad de mostrar el más profundo deseo de la persona que se mira en él. Harry queda extasiado al ver a sus padres fallecidos junto a él. En cuanto le es posible, regresa a buscar el espejo para ver de nuevo los rostros de sus padres, hasta que Dumbledore cambia el espejo de lugar, advirtiéndole que no es bueno obsesionarse con los sueños y olvidarse de vivir su propia vida.

Rowling, al crear a un huérfano, rinde un homenaje a Oliver Twist, el niño de las calles de Londres cuyo relato retrata la era victoriana. Así comienza la novela de Dickens:

“Entre los edificios públicos de que se siente orgullosa una ciudad, cuyo nombre creo prudente callar por varias razones, hay uno antiguamente común a la mayor parte de las ciudades, grandes o pequeñas: el hospicio. En el hospicio nació, cierto día cuya fecha no me tomaré la molestia de consignar, sencillamente porque ninguna importancia tiene para el lector, el feliz o desdichado mortal cuyo nombre encabeza este primer capítulo de la verídica historia que vamos a narrar”.

Hospicios, casas de cuna, hogares, lugares de acogida: entre sus paredes habitan quienes han perdido a sus padres y con ello la seguridad económica, el pan de cada día, oportunidades de desarrollo y lo más importante: el amor incondicional de los padres, sus palabras de aliento y las reprimendas que permiten enderezar el camino.

El dolor de la orfandad golpea a cualquier edad. Ángeles Mastretta, el 10 mayo de 2021, publicó en su blog “El absurdo cotidiano” de la revista Nexos, las razones por las cuales querría a su madre cerca:

“La querría para llamarla por teléfono. La querría incluso para volver a pasar por los días en que se convirtió en nuestra hija y nos miraba con la nostalgia de quien se va cuando no quiere vivir sino en la tierra. La querría como la quiero y como me gusta saber que me quieren mis hijos. Con todo y la emoción contradicha que a veces les provoco”.

Hoy en día, los millones de huérfanos que el Covid-19 ha dejado en el mundo, han tenido que redefinir sus esquemas mentales para pensar, sentir y amar. Sin el apoyo fundamental del tronco familiar, sacan fuerzas de flaqueza. Dedico estas líneas a mi amado yerno, cuyo padre luchó con todas sus fuerzas contra este virus. Nos dejó un ejemplo de tenacidad. A su familia, tan cercana a la mía, les deseo lo mejor que puede ofrecer este mundo.

Google News