En toda persona, comunidad, población, organización o asociación civil, en las empresas e industrias, en la política y en el gobierno, sería deseable que la honestidad se constituyera en principio fundamental, como forma de vida, de pensar y actuar. Asimismo, resulta esencial la vigencia del estado de derecho, el cumplimiento y respeto de los preceptos constitucionales, a los órganos e instituciones a los que la Constitución les otorga autonomía, a los poderes legalmente establecidos. El gobierno federal en México está repartido en tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Los estados constituyentes de la federación también deben tener una forma democrática y representativa de gobierno basada en un sistema congresista de acuerdo a lo establecido por sus propias constituciones.

Resulta natural que quienes lean estas líneas piensen que aquí se está tratando sobre una utopía, que la honestidad generalizada resulta inalcanzable, y tendrán razón. No obstante, avanzar en la dirección de ese anhelo tendrá dividendos favorables; por el contrario, considerar inexorable que impere la deshonestidad, llevará a mayores fracasos en la vida de las personas y de cada nación que rehúya la relevancia de la honestidad.

La honestidad es un valor moral fundamental para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la sinceridad y el respeto mutuo. Una persona que actúa con honestidad lo hace siempre apoyada en valores como la verdad y la justicia, y no antepone a estos sus propias necesidades o intereses; en este sentido, está apegada a un código de conducta caracterizado por la honestidad. Los gobernantes de una nación deberían ser ejemplo de honestidad en su persona y en el ejercicio del poder que se les ha conferido. Asimismo, los ciudadanos estamos obligados a cuidar que la honestidad y otros cualidades también necesarias, sean las que condicionen nuestra preferencia al votar por los candidatos en una elección y que así los partidos políticos seleccionen a sus postulantes, agregando atributos que aseguren en lo más posible, considerando el mérito, capacidad y convicciones.

Ha costado mucho construir en nuestro país, queremos una mejor nación cada día, fortalecida en todos los ámbitos del progreso, con un pueblo y gobernantes honestos, es indispensable. Se ha citado en este espacio de opinión, sobre los lemas universitarios en la UAQ, tal es el caso del que corresponde a la Facultad de Ingeniería, “El ingenio para crear, no para destruir”, a algunos gobiernos les resulta más fácil destruir que construir y perfeccionar.

En los informes anuales en mi gestión como rector de la UAQ, destaqué públicamente que lo conseguido estaba siendo construido gracias a lo que mis predecesores habían logrado junto con la comunidad universitaria, se edificaba apoyándose en su legado; expresé que la Universidad no empezó conmigo ni tampoco terminaba su fecunda labor con el final de mi administración.

La honestidad se lleva a todos los aspectos de la vida de una persona, con congruencia. Un gobernante deshonesto resulta nefasto y una población cegada que lo perdona y apoya, está condenada al fracaso.

José Alfredo Zepeda Garrido

Ex Rector de la UAQ

zepeda@uaq.mx

jalfredozg@yahoo.com.mx

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