El año sigue transcurriendo cronológicamente normal, aunque para muchos seres humanos es distinto, especialmente para quienes permanecen alertas y en cuidado ante la pandemia que continúa causando estragos ante la imposibilidad de recuperar aquella normalidad que día a día se va sintiendo más lejana. Las nuevas condiciones de convivencia son tan diferentes que nos van transformando sin poder evitarlo del todo, muy a pesar de que nos afanamos en recuperar aquello que nos permita continuar transitando en lo mejor de lo cotidiano. Buscamos nuevas maneras de mantener contacto tanto con nuestros seres queridos como con amigos y personas con las que debemos interactuar para lograr mantener algo parecido a la felicidad.

El uso de la tecnología se convierte en una condición indispensable para aferrarnos a los afectos y para realizar todo aquello que nos permita acceder al sustento diario. El panorama económico sigue siendo incierto y repleto de dificultades que hay que superar cada nuevo amanecer. El establecimiento de nuevas rutinas con el uso de otros medios son necesarias para mantener los pies en la tierra y lograr evitar el colapso.

El aprendizaje ha sido muy rudo desde el encierro y poco a poco decidimos enfrentar la realidad repleta de riesgos en materia de salud y en el cuidado de las emociones, pero también en la manera de realizar muchas de las actividades económicas que nos permiten, como sociedad, encontrar mecanismos para sobrevivir en estos tiempos adversos.

Hay ocasiones que deseamos salir de nuevo y recorrer caminos, pero quienes mantienen la vulnerabilidad que exige no bajar la guardia, han de sentir la misma frustración que percibo en esta imagen donde esta bicicleta tan solo puede recorrer el balcón, como un claro ejemplo de una de las frases que se usan mucho en temporada de crisis: “Hay que pedalear más fuerte, para mantenernos en el mismo sitio”. Así es ahora esta irónica normalidad para mucha gente, también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

*Twitter: @GerardoProal

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