“El tiempo es una imagen móvil de la eternidad”. Platón. Filósofo griego, nacido y acaecido en Atenas.

Buen sábado estimados seguidores. El gusto de saludarlos es el mismo que cada semana, no obstante una necia melancolía que se ha convertido en esperanza me ha inspirado para deslizar mis dedos por el teclado y compartir que un ser humano valiente, preparado, humanista, altamente capacitado, y sobre todo altruista, se nos ha adelantado en el camino. Ese personaje al que hago alusión lleva el nombre de María Angélica Luna Parra, quien hasta la noche del pasado miércoles 29 de noviembre en que partió a otro mundo, se desempeñaba como titular del Instituto Nacional de Desarrollo Social.

Esta mujer de delicadeza en la forma, pero firmeza y convicción en el fondo, logró cautivarme cuando tuve la oportunidad de conocerla en un Foro para las Organizaciones de la Sociedad Civil y ganó mi admiración, respeto y su carisma me hizo poner mucha atención a sus palabras aquella ocasión que narro.

Lo inevitable sucedió, y su alma dio el paso al más allá, habiéndonos dejado un legado de profesionalismo a quienes nos vemos inmersos en el atractivo mundo del altruismo y su profesionalización día con día.

Quienes no tuvieron el agrado de conocer a la Lic. Luna Parra, les comparto un extracto de su currículum.

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Iberoamericana. Ejerció diversos cargos públicos en las áreas de Desarrollo Regional y Urbano, Desarrollo Social y Políticas Públicas de género y para la integración de diversos grupos de la sociedad que atraviesan situación de vulnerabilidad. Fue delegada política en la delegación Álvaro Obregón, en donde logró disminuir la violencia urbana con un programa integral de creación de espacios públicos y de regeneración de la cohesión social.

Como legisladora y como promotora social  presentó e impulsó las leyes para atender y prevenir la violencia intrafamiliar y los derechos de las mujeres, para combatir la discriminación y defender a las personas con discapacidad y los adultos mayores y fue coautora del estatuto actual de la Ciudad de México. En el Instituto Nacional de Administración Pública fue coordinadora de consultoría, miembro del Consejo Directivo y Secretaría Ejecutiva del mismo. En el mismo instituto participó como coordinadora y maestra en diversos seminarios y diplomados sobre desarrollo municipal y retos de las metrópolis, en el ámbito académico tuvo una destacada participación  en diversos foros nacionales e internacionales sobre estos temas. Fue directora del Centro de Estudios sobre Desarrollo, Marginación y Pobreza del Estado de México, miembro del Consejo Consultivo Ciudadano del Instituto Nacional de las Mujeres, del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y de la Asamblea Consultiva del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.

Sin lugar a dudas, para todos quienes la conocimos supimos de su delicadeza de trato, era una verdadera dama, su calidez y pasión por su trabajo y mejorar las condiciones de este país.
Así, que por medio de estas líneas quise agradecer post mortem a María Angélica Luna Parra, por su gran contribución al capital académico y social de México. Que su vida sirva de ejemplo para las presentes y venideras generaciones.

Agradezco su atención y me despido con mi acostumbrada frase: “¡Hasta siempre, me voy a ser feliz haga usted lo propio!”… Los espero esl próximo sábado y que tengan, por cierto, un adorable inicio de Adviento.

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