La reforma educativa es uno de los episodios más obscuros y punitivos del sexenio encabezado por Enrique Peña Nieto, la violencia y acoso laboral ejercido desde la represión en la plancha del Zócalo al plantón de las y los maestros en resistencia, la persecución a las y los liderazgos magisteriales, hasta la aplicación obligatoria de un examen que lejos de medir las capacidades docentes, abría la puerta a la renuncia de la plaza de base que las y los maestros de nivel básico y medio superior tenían gracias a las conquistas laborales que históricamente han obtenido desde principios del siglo XX hasta la fecha.

A toda esta serie de transgresión a los derechos humanos y laborales del magisterio, se sumaba el carácter privatizador de dicha reforma estructural, que a través de la figura de la autogestión buscaba avanzar en el proceso de privatización que desde la entrada de México al modelo económico neoliberal ha buscado vulnerar al sector educativo a través de las complicidades de las administraciones federales pasadas.

A nivel local vivimos una situación mucho más drástica y compleja que en el resto del país, el afán del gobierno estatal por congraciarse a nivel federal, hizo que la cantidad de cesados fuera la más alta a nivel nacional (157 en total) , con una persecución nunca antes vista a las y los integrantes del Movimiento Magisterial de Bases, en especial a la maestra Rosa María Córdoba y al maestro Jerónimo Sánchez, mismos que hasta la fecha no han sido reinstalados en sus puestos de trabajo como un método de castigo por parte del gobierno estatal queretano.

Hoy la misión de las y los queretanos se reduce a una sola cosa, exigir y demandarle tanto al Poder Ejecutivo Estatal, como al Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, que cumplan la orden del compañero presidente Andrés Manuel López Obrador: reinstalación inmediata, reparación del daño y alto a cualquier clase de violencia ejercida hacia el movimiento magisterial, en especial hacia la maestra Rosa y al maestro Jerónimo.

Es una deuda que tenemos como sociedad con aquellas y aquellos que han dedicado su vida a formar generaciones de mexicanas y mexicanos ejemplares, pilares de la sociedad y parte fundamental de la reconstrucción del tejido social. La reforma ya cayó, ahora sólo falta que caiga el yugo del panismo local.

Desde esta trinchera, ¡No están solos!

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