Estos primeros días de diciembre marcan curiosamente el inicio del final de un año más, vienen regularmente acompañados del cúmulo de emociones por lo significativo que son estas fechas  para la mayoría de personas tanto en nuestro país como en muchos otros donde mantienen una serie de costumbres y tradiciones culturales y religiosas.

La Navidad y el final de un año más, nos invita siempre a la celebración, la reflexión, el análisis, la renovación, la manifestación de afectos, el restablecimiento de vínculos y muchas otras que tienen que ver de nuestro momento con los demás y por supuesto con nosotros mismos. Más allá de ser un mes de convivencias, seguramente matizadas por la pandemia que renueva su visa de ingreso por cualquier frontera, obligándonos a mantener medidas preventivas, donde los reencuentros tienen un alto valor de igual manera que las manifestaciones de afecto aún con sus nuevas modalidades, será un cierre de año en el que podemos evaluar un periodo que ha sido de enormes retos para muchos.

Este 2021, para mi gusto, ha sido un año que corrió a una mayor velocidad que su antecesor, pero que no me pareció ganar ninguna carrera de manera espectacular. Uno de sus pocos logros ha sido la aplicación de vacunas y el aprendizaje sobre un virus que suele hacernos trampas de mutación para evadir el combate frontal y obligarnos a no bajar la guardia mientras los expertos hacen su noble tarea de descifrarlo cada vez. Así también quisiera pensar que a toda la gente que trabaja en los cuidados de los enfermos, les haya dado un respiro ante el cúmulo de esfuerzo y dedicación que merece el agradecimiento y admiración por jugarse la vida en favor de la de los demás.

Este año, en su segunda parte, le dio la bienvenida de nuevo a la inflación que como la humedad en un muro, se mete hasta manifestarse como una enorme mancha en nuestra economía y nos afea el panorama y nos llena de moho la esperanza de recuperación para el bien de las familias; dejará también la enorme tarea de revisar  y entender las nuevas maneras para  crear, producir y distribuir riqueza y oportunidades de empleos para las nuevos y enormes grupos de jóvenes que se incorporan a la vida económicamente activa. Deja también en el ambiente social, la importancia que sigue jugando la educación y la formación académica, acordes a lo que se requiere en absolutamente todas las actividades productivas que permiten encontrar una forma digna de vida.

A pesar de haber sido un año veloz, lo imagino como un personaje muy mayor de edad, que vemos de espalda en un andar lento en medio de un camino rodeado de árboles hacia una curva final de treinta  y un días y con la tremenda certeza y absurda buena suerte de que morirá a doce golpes de campana, donde para su fortuna, sólo la última será la mortal para abrir en automático el paso a un nuevo año, que a diferencia de muchos otros, no vendrá acompañado de las expectativas que solían hacerlo aquellos que llegaron repletos de abrazos y tantos buenos deseos. Sin embargo, le revisión seria y profunda que hagamos en nosotros mismos, nos permitirá hacer frente con mayor fortaleza  y esperanza al tiempo joven que viene para todos en este mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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