El pasado 18 de marzo acaba de cumplirse un aniversario más de una gesta heroica del pueblo mexicano, la nacionalización de sus recursos petroleros, recursos que hoy en día aportan aún el 31.5 por ciento de la energía necesaria para que el mundo funcione tal como lo conocemos (datos de 2018 de la Agencia Internacional de Energía, IEA por sus siglas en inglés).

El petróleo ha sido y sigue siendo el mejor negocio del mundo, aunque algunos hagan finta de no darse cuenta. Basta revisar el top ten de la clasificación de la revista Fortune “Global 500” que agrupa a las 500 principales compañías en el mundo. En 2020, año atípico en términos de movilidad global, de las primeras ocho, seis corresponden al sector energético (el 75 por ciento) y de estas últimas, cinco son petroleras: Sinopec Group, China National Petroleum, Royal Dutch Shell, Saudi Aramco y British Petroleum, que ocupan los lugares segundo, cuarto, quinto, sexto y octavo, respectivamente. El tercer lugar lo ocupa otra compañía del sector energético, en este caso eléctrico, la china State Grid.

Cuando se nacionalizó el petróleo mexicano, por parte del presidente Lázaro Cárdenas, nuestro país no contaba con ingenieros petroleros, no teníamos maquinaria propia, los técnicos mexicanos eran “chalanes” de los ingenieros anglosajones. Las compañías expropiadas, además de pedir una indemnización de 440 millones de dólares de ese tiempo, también se llevaron a sus ingenieros, gran parte de su maquinaria, los buques cisterna con los que exportaban el petróleo y hasta los carros-tanque de los ferrocarriles con los que se distribuía la gasolina. Le apostaron a que los mexicanos no podían sacar adelante la industria petrolera.

Pero nuestros antepasados, sí pudieron, a pesar de todas las limitaciones y a pesar del boicot de las empresas extranjeras y de los gobiernos de los Estados Unidos y de Inglaterra, los que decretaron un boicot mundial para que nadie comprara ni un solo barril de petróleo mexicano.

De ahí nacen los primeros cursos de ingeniería química petrolera en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional, para posteriormente crear la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas. De ahí viene Pemex, la empresa nacional que ha contribuido al desarrollo del país desde hace más de 80 años. Defenderla es defendernos a nosotros y a las generaciones futuras.

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