Hoy se celebra el Día Internacional del Refugiado, ocasión propicia para reflexionar sobre el drama migratorio que se vive en nuestro país. Según datos de la Comar en 2014, hubo 2,137 solicitantes de refugio; en 2018, hubo 29,630,  pero para 2019 se presentaron 70,609 solicitudes. Esto representa un aumento de 3,304% en 5 años. Este porcentaje tiene varias causas, una de ellas es que el presidente Andrés Manuel López Obrador invitó a personas provenientes de Centro América, a venir a territorio nacional.

La política migratoria en México siempre ha sido de abandono e hipocresía hasta la raíz, puesto que se exige siempre el respeto a los derechos de nuestros paisanos en la frontera norte, pero sin reparar en el trato que damos a los migrantes que entran a nuestro territorio. Las cosas se agravaron cuando la administración de Donald Trump  obligó al gobierno mexicano a transformar a la Guardia Nacional en policía fronteriza.

En efecto, aunque esta institución debe ser civil, nació y se consolidó como una corporación militar, como una extensión de las Fuerzas Armadas. Ahora es esta corporación militar la que, sin preparación alguna, y a partir de sus funciones policiales, se ha convertido, en los hechos, en el muro que tanto añoraba el señor Donald Trump. Y ello a costa de aquellos migrantes a los que se les ofrecían abrazos y trabajo.

El presidente tenía, al menos en el discurso, una idea distinta: abrazar a los migrantes, y llegó a ofrecer trabajo para todos. O nos mintieron o claudicaron, o los dos. Pero el hecho es que los abrazos sólo siguen para los criminales.

Y, a todo esto, no puede olvidarse la destrucción de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al despojarla de su principal fortaleza: su independencia.

En el marco del Día Internacional del Refugiado, y a casi un año del aniversario del inicio de operaciones de la Guardia Nacional, no hay nada que celebrar. Muy al contrario. Claudicamos en el intento de hacer una política migratoria propia. Nunca había sido tan descarado el control de Estados Unidos sobre nuestra política migratoria. Tampoco había nunca sido tan descarada la intención de militarizar crecientemente al país no solo en seguridad pública sino también en cada vez más asuntos y ámbitos. El retroceso político e institucional es gigantesco. Y gigantesca será la tarea para recuperar un camino humanista, progresista y respetuoso de los derechos humanos.

(Colaboró Emilio M. Regidor Eternod)  
Presidenta de Causa en Común. 
@MaElenaMorera

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