Uno de los elementos necesarios para el crecimiento y el desarrollo económico de las naciones, sin duda, es la inversión en ciencia, tecnología e innovación; la cual es esencial para resolver muchos de los problemas sociales, así como para hacer a los gobiernos más productivos y competitivos, en este mundo cada vez más globalizado y conectado.

La relación entre gobierno y tecnología comprende amplios análisis de información que sirven para poder proponer soluciones precisas a los conflictos que aquejan a la ciudadanía.  Además, las herramientas tecnológicas facilitan a las y los ciudadanos el acceso a la información, lo cual es vital para garantizar transparencia, misma que deriva en un aumento de confianza por parte de la gente hacia el gobierno, cuestión que estimula la vital participación ciudadana.

Aunado a lo anterior, la digitalización del Gobierno trae consigo la simplificación de procesos y trámites, ello debido a que, gracias a la tecnología, es mucho más sencillo que las dependencias compartan entre ellas información que, de ser registrada de manera física, podría alentar los trámites que, muchas y muchos, ya perciben como burocráticos y entorpecedores.

Invertir hoy en ciencia y tecnología significa que mañana se generará riqueza, prosperidad y que -como ya se mencionó- se transparentrán los procesos relacionados a la gobernabilidad; porque la innovación tecnológica también ayuda a diversificar la economía, a generar valor agregado a los productos y servicios, crear empleos y, en general, a mejorar la calidad de vida de la sociedad gracias al amplio número de posibles aplicaciones tecnológicas.

No es un asunto menor que nuestro país deba luchar para estar a la vanguardia en investigación tecnológica. Muchos problemas, como la producción de energías renovables, la investigación en salud y medicamentos, avances para la independencia alimentaria o en mejoras educativas son temas cada día más urgentes de resolver y en los que, tecnológicamente hablando, estamos quedando muy rezagados en comparación con otras naciones.

Sin ir más lejos, la emergencia del Covid-19 trajo de la noche a la mañana muchos cambios para los que no estábamos completamente preparados. Y el mundo postpandemia será muy diferente al anterior, pues muchos de estos cambios serán perdurables en la forma de educar, trabajar, comprar, brindar atención médica, producir y consumir. Cambios que nos dejarán en la incertidumbre a los menos capaces tecnológicamente.

Por eso, invertir en ciencia y tecnología es una inversión inteligente para resolver los desafíos más urgentes: combatir el hambre y la pobreza, acceder a energía más barata y más limpia, tener mejores oportunidades de trabajo, mejor educación y más salud. Pero para entender esto necesitamos una visión a largo plazo.

Es sustancial comprender que, para transformar a nuestra sociedad, se necesita un proyecto integral, que le dé su justa importancia a la educación, a la innovación y a la inversión tecnológica. Todo para poder detonar nuestro potencial. Hay que pensar en el futuro, mientras se trabaja en el presente.

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