Hay lugares en los que no quieres encontrar un pelo. Por ejemplo, en tu pizza, cuando das la primera mordida y en la hebra de queso fundido se revela una fibra de queratina color negro que se escapó, quizás, de la cabeza de alguien. Lo que vi en mi pizza, además de ser un accidente culinario, fue la consecuencia de uno o varios genes que confabularon en la forma que pude experimentar a través de los sentidos, el fenotipo.

Hablando de pelos y genes, en la película “Gattaca”, Irene (Uma Thurman) roba un cabello de Vincent (Ethan Hawke) y analiza su código genético para saber si éste “es” la persona que posee todo lo que considera como bueno, bello y deseable. Fuera del ámbito cinematográfico, esta valoración considera atributos seleccionados por quién sabe quién, lo que podría ser detonador de ideas supremacistas. Por otro lado, científicas han realizado análisis genéticos para comprender desde cómo se movilizaron las personas para poblar a planeta, hasta el potencial de desarrollar una enfermedad.

En la necesidad de comprender de dónde venimos, el capitalismo ya se nos adelantó y ya hay empresas que ofrecen genotipado lúdico, que consiste en tomar una muestra de saliva para después analizar el ADN. Es lúdico porque los resultados no son parte de ningún estudio clínico ni tienen valor médico; es una prueba de juguete que puede dar algunos resultados interesantes, por ejemplo, de dónde vienen tus ancestros.

Recientemente entrevisté a la Doctora Alejandra Medina Rivera, del Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (UNAM), quien relataba que este tipo de estudios pueden generar conflictos.

“Ha llegado a pasar en gente que se identifica como descendiente afro porque creció en una comunidad de personas que [así] se identifican (…) A la hora de ver sus variantes genéticas descubren que no tienen tantas variantes similares a las existentes en África. Esto puede causar conflictos de identidad, y a veces no discutimos lo suficiente sobre estas plataformas [lúdicas] (...) Porque sí puede mover cosas”, señaló.

Y es que definir la identidad sobrepasa el relato genético. Tal vez la literatura tiene más elementos que la ciencia para pensar la identidad, pero quizá ninguna de las dos puede definir la de una persona. Aún así, la ciencia puede dar algunos indicios sobre enfermedades de riesgo para una población, y entonces, además de ser interesante su comprensión, su estudio ayuda en la atención de la salud pública.

Y hablando de salud pública, no me comuniqué con Salubridad tras el accidente culinario, pero sí pedí hablar con el gerente, quien muy sincero y atinado dijo: “[El pelo] es chino. Qué raro, en cocina no hay nadie de cabello chino”... Esa tarde perdí el apetito, pero gané una idea para escribir este texto.

@chrisantics

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