Una vez más, la realidad imita a la ficción. ¿Recuerda la película La dictadura perfecta, donde un corrupto gobernador se postula a la Presidencia por la denominada Coalición Unidos por México en donde aglutinaba al PRI, PAN y el PRD? Pues lo que era una broma sarcástica en el filme de Luis Estrada de 2014, finalmente se ha materializado en la realidad.

Los padrinos de bautizo de esta alianza política son Claudio X. González y la Coparmex, que como no se ha desplomado el gobierno del presidente López Obrador y, por el contrario, mantiene altos índices de aceptación, han optado por quitarse las máscaras y aceptar que siempre han sido uno mismo (léase con la canción de Timbiriche “Tú y yo somos uno mismo”).

¿Cómo llegamos a este fenómeno? Aunque los orígenes del PRI y el PAN son diametralmente opuestos, puesto que el tricolor surge tras una revolución popular y nace, entre otras cosas, como un mecanismo para asegurar la transmisión pacífica del poder entre la nueva élite revolucionaria; el PAN nace como su némesis ante la radicalización revolucionaria en el sexenio de Lázaro Cárdenas y se opone a los principales postulados revolucionarios.

Sin embargo, como fueron pasando los sexenios y el PRI se olvidó de su origen nacionalista revolucionario y a partir de los 80 dio un viraje para dar paso a una nueva política económica neoliberal, encontró en su viejo enemigo el PAN un aliado en lo económico con el que pudo pactar en lo político cediendo espacios en una liberalización política negociada, o como se les llamó en los 90, las famosas “concertacesiones” en donde el PRI reconocía triunfos de Acción Nacional.

Y así, esta alianza representa el esfuerzo de los partidos tradicionales por frenar los movimientos emergentes que han ganado en las urnas y que han cambiado la geografía del viejo sistema de partidos.

Es un intento por volver al status quo anterior donde tenían los pactos hechos y con actores políticos definidos. Lo que no han entendido es que esa alianza refuerza la narrativa política del presidente de la mafia del poder y que formalizan lo que antes simulaban, lo cual lleva discursivamente la elección del 2021 al punto donde la quería AMLO: que se convirtiera en un referéndum para fortalecer o sepultar su proyecto, el jugarse el todo por el todo en un escenario donde sabe jugarlo mejor en donde no hay medias tintas y todo indica que la oposición ha caído en la trampa discursiva del presidente. A ver qué mandatan las urnas en 2021.

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