El 5 de agosto de 2020, la empresa Mattel presentó cuatro Barbies, que vienen a enriquecer el catálogo de esa muñeca cuyo nombre “oficial” es Barbara Millicent Roberts, una creación de Ruth Handler, quien la presentó en la Feria del Juguete de Nueva York el 9 de marzo de 1959.

Las cuatro muñecas, que pronto estarán en manos de millones de niñas, representan a mujeres exitosas, dedicadas a la política: Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, de 34 años, la más joven del mundo; Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, de 37 años; Michelle Obama, ex primera dama de los Estados Unidos; y Alexandra Ocasio-Cortez, de 30 años, la congresista más joven de aquel país.

Según declaraciones de la empresa, a la fecha se han producido más de mil millones de Barbies. Cuando las niñas juegan moldean su futuro, definen sus planes y forjan su identidad a partir de nuevos paradigmas, como las mujeres destacadas en diversos campos a quienes Mattel rinde un homenaje.

El feminismo ha evolucionado desde las primeras luchas a favor del voto de la mujer o para mejorar las condiciones laborales de las obreras. La palabra fue incluida por vez primera en 1914 en el Diccionario de la Lengua Española. Más de un siglo después, sigue provocando escozor en algunos oídos, tanto de señores como de señoras. “Nuestra sociedad es masculina, y hasta que no entre en ella la mujer no será humana”, declaró el dramaturgo noruego Henrik Ibsen, autor de la obra Casa de muñecas. “Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres”, añadió en su ensayo “Notas para la tragedia actual”.

Virginia Woolf, autora inglesa, en su ensayo “Una habitación propia”, de 1928, afirmó que una mujer, para crear literatura, necesita independencia económica y personal. Es decir, tener un espacio propio (aunque se encuentre dentro de la casa familiar), donde ella sea respetada, en su tiempo y movimientos. Una mujer, sea cual sea su labor, requiere la oportunidad de afirmar su ser, de un trabajo remunerado y de la posibilidad de utilizar su dinero para adquirir bienes, así como participar en el tejido social.

La novelista recibió una herencia de una tía suya. Sobre la seguridad económica escribió: “Tengo asegurados para siempre la comida, el cobijo y el vestir. Por tanto, no sólo cesan el esforzarse y el luchar, sino también el odio y la amargura. No necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre, no tiene nada que darme”.

“Cambia tu vida hoy. No apuestes por el futuro. Actúa ahora, Toda la opresión provoca un estado de guerra”, declaró la francesa Simone de Beauvoir, quien explicó: “No es al dar la vida, sino al arriesgar la vida, que el hombre se eleva sobre los animales. Por eso la superioridad ha sido dada por la humanidad no al sexo que da vida sino al que mata”.

Quiero pensar que la tónica de los discursos actuales ha cambiado, y que las niñas no necesitan pelear un lugar en la escuela que estaba destinado a un varón. El mundo entero admitirá el liderazgo del más apto, una capacidad independiente de su sexo.

Por otra parte, es lindo tener un cuerpo femenino. Gozar la maternidad en todas sus etapas, ser capaz de pensar y al mismo tiempo sentirse hechizada ante la belleza del mundo.

Dice la autora nicaragüense Gioconda Belli: “Y Dios me hizo mujer, / de pelo largo, / ojos, / nariz y boca de mujer. // Con curvas / y pliegues / y suaves hondonadas / y me cavó por dentro, / me hizo un taller de seres humanos. // Tejió delicadamente mis nervios / y balanceó con cuidado / el número de mis hormonas. // Compuso mi sangre / y me inyectó con ella / para que irrigara / todo mi cuerpo; / nacieron así las ideas, / los sueños, / el instinto”.

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