La violencia contra las mujeres en México es un problema gravísimo. Demasiadas mexicanas sufren demasiada violencia en demasiadas formas. Y la peor, por supuesto, es el feminicidio: el asesinato de mujeres por ser mujeres.

¿Cuántos hay de esos? No lo sabemos con precisión. De acuerdo al Censo Nacional de Procuración de Justicia del Inegi, se abrieron 700 averiguaciones previas y carpetas de investigación por feminicidio en un periodo de dos años (2015 y 2016). Ahora, en el mismo periodo, según el Inegi, 5 mil 118 mujeres fueron asesinadas.

Dadas esas cifras, es altamente probable que estemos subestimando seriamente el fenómeno. Las instituciones nacionales tienen procedimientos clara y decididamente inadecuados para registrar ese tipo de homicidios.

Lo que se impone entonces es un trabajo serio y minucioso que involucre a todas las instancias públicas correspondientes, así como a la academia y a organizaciones de la sociedad civil, para revisar el proceso de registro y contabilización de feminicidios.

Lo que no se impone es andar diseminando números inventados y comparaciones absurdas.

Hace un mes, Elsa Conde Rodríguez, directora general del programa de Asuntos de la Mujer y de Igualdad entre Mujeres y Hombres de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), señaló lo siguiente en la presentación de un reporte sobre alertas de violencia de género: “En México ocurren siete de los 12 asesinatos de mujeres que diariamente se registran en América Latina.”

La funcionaria señaló a la CEPAL como fuente de ese dato, pero matizó explicando que había allí una comparación inválida, que México le había dado a la CEPAL datos de defunciones de mujeres con presunción de homicidio, no datos de feminicidios, surgidos del aparato de procuración de justicia y donde se hubiesen indagado las circunstancias de esos asesinatos. Para simplificar, los 12 de América Latina eran feminicidios, los 7 de México, homicidios de mujeres, sin importar el móvil. Peras y manzanas.

El matiz se perdió en la cobertura. Al día siguiente, varios medios nacionales afirmaron, con todas sus letras y sin explicación alguna, que siete de cada 12 feminicidios de América Latina se cometen en México y que eso decían la CEPAL y la CNDH.

Peor aún, algunos medios hicieron la afirmación aún más expansiva de que 7 de cada 12 homicidios de mujeres en América Latina se cometen en México, sin incluir (por supuesto) las acotaciones de Elsa Conde.

Esa cifra es a todas luces absurda y toma cinco minutos descubrirlo con una simple búsqueda en línea. Según datos oficiales, 4 mil 621 mujeres fueron asesinadas en Brasil en 2015. Eso equivale a 12 por día. Sólo en Brasil. En Colombia, el total de mujeres asesinadas en el mismo año fue mil 158: tres por día. Ya llevamos 15 en dos países. Y váyanle sumando. Entonces no, no es cierto que más de la mitad de los homicidios de mujeres en América Latina suceden en México. Ni de cerca. Ni de foul.

Eso, por supuesto, no le quita gravedad al fenómeno de la violencia de género en México, ni es excusa alguna para no atacar, con todos los medios legales a disposición del Estado, el problema de los feminicidios.

Pero lo último que se necesita para enfrentar un asunto serio es ponerle crema a los tacos y darle duro a los números ficticios.

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