Si bien cualquier homicidio es repudiable y debiese ser prevenido y en caso de no poder ser evitado el asesino deberá ser sancionado acorde a la ley, lo es más cuando el asesino actúa con premeditación, alevosía, ventaja y traición. Tal es el caso del feminicidio que se define como el asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia, es decir por su condición de mujer. En el feminicidio el asesino abusa de su fuerza y de las condiciones ambientales inclusive llegando a traicionar la confianza que la víctima deposita en él.

Por lo anterior y considerando que el Estado (esquemáticamente compuesto por los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) tiene la responsabilidad de garantizar el goce y respeto de todos los derechos de todas las personas y más de aquellas que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad es imperativo un cambio de fondo en las políticas públicas con las que dice, el Estado, prevenir los feminicidios.

Prevención en la que al día de hoy ha fallado notoriamente como lo podemos comprobar al observar cómo se han incrementado los feminicidios (las cifras oficiales —que irresponsablemente no incluyen todos los casos de feminicidio ocurridos— señalan que desde el 2015 y hasta el 2021 el incremento es de más del 120%, es decir más del doble).

Para prevenir los feminicidios se requiere, entre otras cosas, construir una nueva cultura de respeto pleno hacia la mujer y para ello el ejemplo y el actuar de los líderes de la nación como son el Presidente de la República, los ministros de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación y los legisladores al Congreso de la Unión se vuelve fundamental. Es muy importante que las escuchen y que actúen en consecuencia.

Denostar a las mujeres por parte del Presidente transmite un mensaje terriblemente violento que en lugar de contribuir a construir esa nueva cultura de respeto que tanto nos urge solo viene a reforzar el machismo y misoginia que como país ya padecemos.

Disminuir los presupuestos para la atención de las mujeres agraviadas también es una irresponsabilidad y mayor aún es la liberación tardía —y hasta los recortes a dichos presupuestos— por parte de legisladores y de la Secretaría de Hacienda.

No resolver con prontitud los feminicidios por parte de las fiscalías y no aplicar la ley por parte de los tribunales también envía un mensaje terrible ya que los agresores potenciales perciben que “no pasa nada” si llegaran a cometer un asesinato.

Fuente de los Deseos: Ojalá que los líderes del país y empezando por el Presidente corrijan y asuman la responsabilidad de prevenir y atender los feminicidios con determinación, dando el debido ejemplo y asignando los recursos humanos y materiales que sean necesarios. Ojalá seamos cada vez más las y los mexicanos que nos comprometamos a que efectivamente se cumpla con el lema: ¡NI UNA ASESINADA MÁS!

Exsenador

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