Lo que indigna es que no se le vea indignado. Lo que conmueve, es que no parezca conmovido. Lo que ha desatado la furia, es que no se muestre furioso. Ausentes de su diccionario han estado las palabras de todos en estos días: estupefacción, horror, vergüenza, bestialidad y deshumanización. Y es que los feminicidios recientes, como el de Ingrid Escamilla, nos alejan de la civilización y nos instalan en la barbarie. Pero lo que alguien hizo a la niña Fátima, nos arroja al infierno en la tierra. A lo diabólico. Y, sin embargo, Andrés Manuel López Obrador, el presidente, se ha mantenido hierático, indolente, imperturbable: “es un hecho lamentable”, ha dicho, sin pronunciar siquiera su nombre.

Más aún, sus respuestas han reavivado el fuego: “son crímenes que tienen que ver con odio, es una enfermedad social; esto no solo se resuelve con policías ni con cárceles, ni amenazas de mano dura”. Y sí, hasta el cansancio volvió a culpar al fantasma de siempre: los feminicidios se deben a “una degradación progresiva que tuvo que ver con el modelo neoliberal”. Y ante la insistencia se irrita, se molesta ostensiblemente: “¿no basta lo que te estoy diciendo? Bueno, a ver, mi mensaje específicamente para el feminicidio”. Y que se suelta improvisando un decálogo: “1.- Estoy en contra de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones; 2.- Se debe proteger la vida de hombres y mujeres, de todos los seres humanos; 3.- Es una cobardía agredir a la mujer; 4.- Es un anacronismo, un acto de brutalidad, el machismo; 5.- Se tiene que respetar a las mujeres; 6.- No a las agresiones a mujeres; 7.- No a los crímenes de odio contra las mujeres; 8.- Castigo a los responsables de violencia contra las mujeres; 9.- El gobierno que represento se va a ocupar siempre de garantizar la seguridad a las mujeres; 10.- Vamos a garantizar la paz y la tranquilidad de México”.

En paralelo, la familia de Fátima acusa que las autoridades de la ciudad no hicieron nada desde que la niña fue raptada el 11 de febrero, hasta que fue hallada el 15 víctima de un crimen indescriptible, en una bolsa de plástico en Tláhuac. Cuatro largos días de ruegos no escuchados por quienes ahora han revictimizado a la madre, señalándola con presuntos padecimientos mentales y ofreciendo 2 millones de pesos por la captura de la secuestradora. Pero el presidente dice que la Jefa y su Fiscal son excelentes funcionarias. Lo que nadie se atreve a decirle a él es que Peña Nieto se tardó 11 eternos días en pronunciarse sobre los 43 de Ayotzinapa; AMLO lleva cuatro.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

Google News