Guerrero es una colección azarosa de regiones, diversas y dispersas, dominadas desde siempre por la política a navaja abierta. De todas ellas, Tierra Caliente, territorio comanche que se extiende al menos por tres estados, es la más ingobernable. A su corazón se le llamó Pungarabato. De todo ello es producto un nacido en esas tierras en 1957, Félix Salgado Macedonio.

De haber crecido en el centro o norte del país, este personaje hubiera sido ranchero (estudió agronomía), migrante o pistolero. Pero en tierra de matones, sobrevivientes como él pueden abrirse paso a dentelladas hasta ser dos vecesdiputado federal, dos veces senador, dos también candidato a la gubernatura y alcalde de Acapulco (2006-2008), el principal trampolín político del estado.

La historia de este hombre (candidato imposible en un país mínimamente moderno) lo tiene hoy, como abanderado de Morena, con un pie en la contienda para gobernador, por primera vez con posibilidades de ganar. Su otro pie está enfangado, hasta el fondo, por al menos dos acusaciones de violación contra dos mujeres e indicios de que, como alcalde acapulqueño, entregó el puerto a escisiones de los principales cárteles del momento, los Beltrán Leyva, de Sinaloa, y el cártel del Golfo. Durante la gestión de Eduardo Medina Moracomo titular de la Procuraduría General de la República (2006-2009), en esa dependencia se daba por hecho que Salgado sería eventualmente asesinado por una de esas bandas.

Apenas la semana pasada Xavier Olea Peláez, fiscal general estatal (2015-2018) durante la gestión del actual gobernador, el priísta Héctor Astudillo, declaró a un periodista local que a inicios de 2018 Astudillo lo presionó para frenar una causa judicial en contra de Salgado, que en 2017 había ingresado a Morena y se proyectaba para buscar una senaduría. En abril de ese 2018 Olea renunció. Pero ni él ni su sucesor, Jorge Zuriel de los Santos, archivaron el expediente respectivo, el cual sigue abierto y puede derivar en una solicitud de orden de aprehensión, previo desafuero del senador con licencia.

Fuentes cercanas a este espacio aseguraron que la precipitada dimisión de Olea se debió a acusaciones por extorsiones a través de su despacho privado, el que “resolvía” indagatorias que emprendía la fiscalía. Podría enfrentar cargos porque filtró el expediente al citado periodista, actual vocero en la precampaña del Pablo Sandoval, adversario de Salgado y hermano de la secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval.

Las denuncias de violación que penden sobre Salgado Macedonio han sido interpretadas por el presidente López Obrador como producto de la efervescencia electoral.

Es deseable que se investiguen posibles irregularidades del exfiscal Olea, y la posible implicación de Pablo Sandoval en dicho manoseo político. Pero en particular, las indagatorias contra Félix Salgado deben reactivarse. Y de encontrarse bases, ser motivo para retirarle la candidatura. Porque así lo merecen las víctimas. Porque así lo dictan los estatutos de Morena. Y porque es lo correcto.

APUNTES:

El dirigente morenista Mario Delgado persiste, en los hechos, para lograr una alianza en San Luis Potosí con el Partido Verde, controlado en la entidad por Ricardo Gallardo, un controvertido político investigado por la UIF. Delgado frenó la candidatura de Morena en la entidad (lo que le permitirá a Gallardo cobrar ventaja), porque argumenta que deberá lanzar a una mujer, pese a que las integrantes del género registradas estén en las encuestas por debajo del décimo lugar. Y cederá al Verde seis de siete candidaturas conjuntas en la entidad para diputaciones federales. ¿Qué negocia Delgado con el clan Gallardo? ¿Ya lo sabrá el Presidente?

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