En su lucha electoral hacia el 2024, el partido en el poder (Morena) y la oposición política al Presidente López Obrador tendrán un juego de estrategia, como el que se vivirá este martes 19 de julio en Dodger Stadium en el All Star Game del beisbol norteamericano.

Un objetivo prioritario que debe cuidar cada “novena”, en el corto plazo, será evitar el tercer strike, porque de ambos lados acumulan una serie de errores, tropiezos y omisiones.

En vez de mostrar una faceta democrática, exhiben su desprecio por el potencial electorado al que buscan convencer.

El primer strike para Morena, aunque de inicio pareciera “bola”, es apostar a la amnesia colectiva y la impunidad-simulación en el procedimiento legal con respecto a la tragedia del 3 de mayo de 2021, en los vagones de la Línea 12 del Metro CDMX.

La muerte de 27 personas que usaban el sistema de transporte colectivo esa noche de mayo 2021 en Tláhuac podría traer un efecto boomerang contra el partido y candidato o candidata en el proceso electoral.

La ciudadanía está harta de las apariencias de castigo o sanciones contra personas responsables de la tragedia; exige un mínimo de respeto a buscar procuración de justicia: la no comparecencia de Florencia Serranía, exdirectora del Metro CDMX, es una afrenta.

El segundo strike o error consiste en la preferencia por actividades proselitistas de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), Claudia Sheinbaum, en vez de atender las necesidades de la población a la cual gobierna y se debe en la capital de país.

Sin cuidar las formas y el respeto por la ciudadanía de la capital, no falla la semana en que anda de gira por estados del país (Querétaro, Estado de México, Tabasco) con la intención de posicionarse en la narrativa y la mente de electores (as).

Las crisis para habitantes de la capital, por fallas eléctricas o mantenimiento en instalaciones del metro, incidencia delictiva, o perjuicios por las lluvias, difícilmente cuentan con la presencia de Sheinbaum.

Así, estas acciones no la hacen diferente de los “neoliberales”, “el PRIAN” o “la mafia en el poder” que “gobernó” México.

Por su parte, la oposición política no aprende de sus errores y acumula más. En la estrategia con miras al 2024, van dos strikes evidentes: uno es jugarle a las profecías anti López Obrador —como si fueran Nostradamus o pitonisos—, con hechos y golpes de realidad que provocan desmoronamiento y burlas por sus palabras (estudio de caso: Ignacio Morales Lechuga, exfuncionario público con Carlos Salinas de Gortari).

Después de la “Cumbre de las Américas” se atrevió a tuitear y pronosticar que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, nunca más invitaría o recibiría al Presidente López Obrador. No pasó un mes, y López Obrador fue recibido en la Casa Blanca y la Sala Oval en Washington, D.C., elogiado y abrazado por la vicepresidenta Kamala Harris.

Aquí no importa qué idioma sepa hablar cada presidente, sino los hechos y los acuerdos producto de las reuniones bilaterales.

Segundo strike de la oposición: frivolidades e infodemia en su narrativa contra López Obrador. Si bien es constante desde diciembre 2018, en lo que va de julio la intensidad aumentó. Lección “N”: no es relevante o de interés público la manera en cómo se sienta, cómo habla, se viste o la posición de las manos del Presidente en sus reuniones con su homólogo en EU. Eso se llama frivolidad.

Periodista y profesor de la UAQ

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