Estuvieron a punto de correrlos del PRD por no apoyar a sus candidatos, los tildaron de traidores y sobrados en un partido sobrado en sí mismo, los vieron como una cuenta pendiente después de lo que pensaban que sería una victoria y que terminó en una debacle y en una fuga de cuadros, el mismo nombre les calaba a muchos y lo sentían mamón, ardido, como el de las ocurrencias de unos loquitos…

Pero los loquitos crecieron con sus apuestas ganadas, empezaron a hablar de coalición más allá de las alianzas, sentaron en la mesa a Diego Fernández de Cevallos y a Manlio Fabio Beltrones y también a Cuauhtémoc Cárdenas y a muchas, muchas voces anacrónicas, contemporáneas, distinguidas o medio célebres desconocidas y resultó que tenían de su lado a los entonces futuros, hoy activos, gobernadores de varios estados y resultó, para sorpresa, que los galileos iban en serio, tan en serio que hasta podrían definir, si no la elección presidencial, al menos el debate de la misma.

No se trata de vendettas ni de evitar que llegue el Peje, ni se trata de apoyar al PAN con la mejor comparsa, se trata de los temas que le dan flojera al círculo rojo por sentirlos imposibles: segunda vuelta, gobiernos coaligados, gobiernos cohabitables, sistema parlamentario, primer ministro o jefe de gabinete, ratificación de secretarios en el congreso, revocación de mandato, reelección, renta universal, redistribución de la riqueza, administración de los activos nacionales y esas cosas que no dan la nota inmediata y escapan del flashazo más allá de las personalidades que las hablan.

Para sorpresa de muchos, me incluyo, resultó que los galileos van en serio y si juegan bien la carta podrían sumar bastante para forjar al candidato disruptivo del 2018, y es que claramente no son ni sistema puro ni mucho menos antisistema, ni tampoco buscan restar a nadie de la ecuación pero corren un riesgo…

¿Cómo le van a hacer para convencer a Margarita Zavala, a Rafael Moreno Valle y a Ricardo Anaya de que el bueno quizá no deba ser ninguno de ellos y, más bien, rebuscar entre los ciudadanos, con partido o sin él pero con mayor legitimidad?

Porque, con todo y las mesas y los debates de altura y el llamado no al cambio de gobierno sino al cambio de régimen, si al final se apoya a un candidato sistémico y no a uno disruptivo, los galileos terminarán como un séquito que sí: sin embargo, se mueve.

Cabeza de Vaca y Corral eran disruptivos, los tres oficiales no lo son.

DE COLOFÓN.—  ¿Cuantos tricolores registrados en el INE se cambiaron de partido en los últimos meses? Muchos, tantos como para abrir las mesas.

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