Vivimos sobre una esfera de forma irregular llamada Tierra. Una esfera es la forma geométrica perfecta, porque su superficie externa es la menor posible para cuerpos de igual volumen.

Quizá por eso, cuando descubrimos una gota de rocío sobre el pétalo de una flor viva sentimos la presencia de una fuerza superior que nos estremece: esa gota es la representación en miniatura de nuestro planeta. En la física, cuando las fuerzas superficiales deforman la gota hasta encontrar el valor mínimo de tensión en todos sus puntos, crean una esfera.

En la superficie de una burbuja de jabón aparecen imágenes que se van dibujando para retratar el paisaje que la rodea, y tan pronto como ese dibujo se completa y nuestros ojos han logrado apreciar los detalles, la burbuja estalla. Al reventar, su fragilidad queda al descubierto y en lugar de la esfera flotan gotas dispersas.

Lo mismo ocurre en la vida: la burbuja que nos rodea nos permite crecer con salud, nos ofrece el aire limpio que necesitamos para respirar, nos aísla de los peligros y nos da la ilusión de ser invencibles, como se sienten los niños amados. Ese espacio vital, la casa familiar, en el mejor de los casos es un lugar seguro, donde hay personas que desean nuestro bien y nos dan aliento para aprender, comida para vivir y libros para pensar.

Quienes tienen sobre su cabeza un techo, para dormir un lecho y un plato nutritivo sobre una mesa con un lugar para ellos, quienes forjan relaciones con otros que duran años y saben que sus amores son correspondidos, pueden con justicia llamarse felices.

Nos sentimos invencibles hasta el día en que la enfermedad aparece, el insomnio no nos deja dormir, la memoria exhibe grietas, el cansancio se apodera de los músculos y el temblor se instala en las piernas. Ese día, que llega despacio, podemos hacer uso de la memoria y recordar los momentos en que teníamos fuerza y claridad de pensamiento.

Los poetas hablan de las esferas que flotan en la inmensidad. El peruano César Vallejo escribió el poema LIX, que dice: “La esfera terrestre del amor / que rezagóse abajo, da vuelta / y vuelta sin parar un segundo, / y nosotros estamos condenados a sufrir / como un centro su girar. / Pacífico inmóvil, vidrio, preñado / de todos los posibles. / Andes frío, inhumanable, puro. / Acaso. Acaso. / Gira la esfera en el pedernal del tiempo, / y se afila / y se afila hasta querer perderse”.

Un niño que observa las estrellas en la noche, si tiene suerte y no hay luz eléctrica a su alrededor, podrá con sus ojos nuevos recibir la luz de muchos astros, reflejados en la forma esférica de los planetas. Así, al crecer, podrá nutrirse del pensamiento de muchos autores, si pone atención a los conceptos escondidos en libros, imágenes de películas, series de televisión, piezas de música y obras de arte. Sin embargo, hay que enseñarle a descubrir sus luces.Alfonsina Storni, la autora argentina, escribió “Faro en la noche”, un poema corto que dice: “Esfera negra el cielo / y disco negro el mar. / Abre en la costa, el faro, / su abanico solar / ¿A quién busca en la noche / que gira sin cesar?”.

Por último, quisiera recordar uno de los poemas más completos que se han escrito en español. Nuestro premio Nobel, Octavio Paz, se inspiró en los 584 días que el planeta Venus tarda en dar la vuelta al Sol, y escribió “Piedra de sol”, un poema esférico que contiene 584 versos endecasílabos. Termina como inicia y gira sin cesar, como la esfera de Storni. Dicen estos versos: “voy por tu cuerpo como por el mundo, / tu vientre es una plaza soleada, / tus pechos dos iglesias donde oficia / la sangre sus misterios paralelos, / mis miradas te cubren como yedra, / eres una ciudad que el mar asedia, / una muralla que la luz divide / en dos mitades de color durazno, / un paraje de sal, rocas y pájaros / bajo la ley del mediodía absorto, // vestida del color de mis deseos / como mi pensamiento vas desnuda, / voy por tus ojos como por el agua, / los tigres beben sueño de esos ojos, / el colibrí se quema en esas llamas, / voy por tu frente como por la luna, / como la nube por tu pensamiento, / voy por tu vientre como por tus sueños”.

Coincidir en la esfera terrestre con los poemas de Paz es un gozo.

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