En los últimos días, Querétaro ha enfrentado una serie de eventos meteorológicos como no se vivían en muchos años. Las precipitaciones que se han dado en zonas como Tequisquiapan, San Juan del Río y la Zona Metropolitana de Querétaro han cobrado vidas inocentes, puesto en riesgo la integridad de las familias y trastocado sensiblemente su patrimonio.

Si bien lo sucedido en estos días sale de la normalidad, la realidad es que el problema de las inundaciones en la capital y municipios aledaños no es raro ni novedoso. El sistema hídrico de las zonas urbanas se colapsa constantemente ante cualquier precipitación mediana o de alta intensidad. No hay capacidad ni estructura eficaz para hacer frente a estos fenómenos, ni mucho menos mitigar sus consecuencias.

Ello es un problema añejo que no ha sido atendido ni mucho menos resuelto. Y es que el tema de los escurrimientos pluviales es una cuestión que no está debidamente regulada en nuestra entidad y, entonces, no hay manera de establecer, definir o exigir responsabilidades al respecto.

Cuando un desarrollo inmobiliario es autorizado o se permite la existencia y crecimiento de un asentamiento irregular, no hay coordinación efectiva entre las autoridades municipales y estatales, específicamente la Comisión Estatal de Aguas y la Dirección o unidades de Protección Civil.

Ahora, los funcionarios que comienzan sus gestiones, tanto en el gobierno estatal como en los municipios, han estado visitando las zonas afectadas y “tomándose la foto” con los zapatos mojados o llenos de lodo; sin embargo, más allá de una actitud reactiva, como tradicionalmente se afirma: “una vez ahogado el niño, se tapa el pozo”; es indispensable afianzar una postura preventiva, donde se eviten situaciones tan lamentables como las que estamos viviendo.

Si bien es urgente en este momento apoyar a los damnificados, también es importante que se realicen acciones efectivas para controlar los escurrimientos pluviales. Debemos estar atentos a las acciones que las autoridades realizarán de aquí para adelante, pues el problema no se resuelve con algunos artefactos de limpieza o entrando a las zonas inundadas, sino previniendo que estas catástrofes no sucedan.

Y si bien no podemos controlar las precipitaciones, sí podemos disminuir sus efectos y encauzar los escurrimientos.

Por otro lado, es indispensable abordar esta situación a nivel estatal, desde una planeación integral y metropolitana. Los escurrimientos que se presentan en un municipio afectan, de una manera u otra, a sus territorios aledaños o conurbados. Por ello, en este, como en otros temas, será indispensable conformar y poner en funcionamiento una o varias comisiones metropolitanas, porque no es viable que temas tan delicados, como lo que ahora está sucediendo, se aborden desde posturas dispares o aisladas.

Ojalá, de una vez por todas, se entre al fondo del tema y se regule debidamente.

En resumen, una vez atendidas a las víctimas de estos tristes sucesos, es necesario “arrastrar” el lápiz, firmar consensos y establecer directrices normativas y de trabajo muy claras, para que, en lo subsecuente, las obras públicas, políticas y decisiones del gobierno, vayan en pro de una planeación urbana equilibra y sostenible.

Vaya reto que les espera a los funcionarios entrantes.

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