Me agrada mucho haber tenido la posibilidad de que el arte se cruzara en algún momento por mi camino y, a partir de entonces, descubrir otra manera de ver el entorno y lo cotidiano, dándole un mayor espacio a la expresión de las emociones y del pensamiento mismo. Particularmente por permitirme hacerlo a través de la fotografía y de la escritura. Desde ese momento, he transitado un camino paralelo al que he recorrido en el ámbito de mi formación profesional como administrador de empresas. Ha sido una estupenda opción para alcanzar la armonía y contrarrestar el estrés que cada día nos abraza con su desmedido entusiasmo.

En ese andar con la cámara, un día me topé con esta antigua fachada de puertas abiertas que amablemente resguardaba una bicicleta y la imagen me invitó a pensar en una vieja escuela y en juventud de quien conduce la bici, esa importante mezcla de la experiencia con la generosidad para enseñar y el hambre de aprender. Más interesante resultó acercar la imagen y leer que justamente se trataba de la prestigiada escuela de arte Ruskin, perteneciente a la Universidad de Oxford, en Inglaterra.

Hoy más que siempre hacen y harán falta espacios donde se comparta el conocimiento y se de rienda suelta a la creatividad y el talento para que los jóvenes encuentren en su crecimiento personal el justo equilibrio que en la actualidad pareciera resquebrajarse y que debemos mantener para bien de cualquier sociedad madura, también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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