En nuestra anterior entrega hablamos de Jacques Offenbach, creador de la opereta francesa y de la comedia musical, y uno de los compositores más influyentes de la música popular europea del siglo XIX. Ahora nos referiremos a Gabriel Fauré, otro gran compositor francés. Gabriel Urbain Fauré, nació en Pamiers, Francia, en 1845, y falleció en París en 1924. Fue compositor, pedagogo, organista y pianista. Fue hijo de un profesor de escuela rural sin mayor afición musical pero quien al detectar su talento desde niño lo envió a un colegio de música en París, donde estudió para organista de iglesia y director de coro. Fue alumno y protegido de Camille Saint-Saëns, quien sería su amigo de por vida. Alcanzó el éxito ocupando importantes cargos como organista de la iglesia de la Madeleine y fue director del Conservatorio de París. Fue alumno de piano de Saint-Säens, pero a diferencia de éste, tuvo un gran éxito al adoptar los desarrollos artísticos de su época, infundiéndole su carácter romántico. Su esencia musical evolucionó de la sensualidad de su juventud hasta un estilo maduro con rasgos sombríos y más poderosos. Fue considerado un maestro de la canción francesa. Su obra más famosa es el Réquiem. La partitura completa en 7 movimientos la publicó en 1900. Su concepción en la forma de Réquiem, o misa de muertos, le infunde una majestuosidad solemne; su movimiento final ‘In Paradisum’ es uno de sus fragmentos musicales mas maravillosos. Tiene obras encantadoras, como Pavane, Op. 50 para coros, una verdadera plegaria hermosísima y la obra preferida de Fauré del que esto escribe; no puede dejar de conocer y disfrutar esta bella pieza, estimado lector. Su Suite Pelléas et Mélisande, música de escena para la obra homónima de Maeterlinck, y considerada su obra maestra sinfónica orquestal, es frecuentemente representada en los teatros del mundo (no confundir con la ópera de Debussy del mismo nombre). Compuso dos sonatas muy bellas para violín y piano, Opp. 13 y 108 y una Fantasie pour flûte, Op. 79. En el género de la canción, compuso el ciclo La bonne chanson (la buena canción) Op. 61 que consiste en el arreglo de 9 poemas de Paul Verlaine, con voz y piano, obra que se inspiró en su relación con Emma Bardac, quien fue su segunda esposa (su primera esposa fue Marie Frémiet, la hija del notable escultor Emmanuel Frémiet) y que generó cierto desconcierto al principio pero que a la postre se le reconocería a Fauré como la expresión más rica de su osada naturaleza. Ya con graves síntomas de sordera, estrena en 1913 su única ópera de cierta significancia, Penélope, (grabada en 1981 con un elenco encabezado por Jessye Norman, dirigida por Charles Dutoit). Tiene un amplio repertorio musical de cámara: 2 cuartetos de piano, que son de las más conocidas obras de Fauré; 2 quintetos de piano, 2 sonatas de chelo, 2 sonatas de violín, un trío con piano y un cuarteto de cuerda, que fue su último opus. Entre las influencias de Fauré, particularmente en su trabajo inicial, están Mozart, Chopin y Schumann. Admiraba a Wagner y se mostraba familiarizado con los más pequeños detalles de su música, aunque su obra fue no se vio influida por la obra de éste. Aarón Copland se refería a Fauré como ‘el Brahms de Francia’ y se dice que es el ‘enlace perdido’ entre Brahms y Debussy. Gabriel Fauré fallece en París en noviembre de 1924 a causa de una neumonía, a los 79 años de edad. Con un funeral de Estado en la Iglesia de la Madeleine, fue sepultado en el cementerio de Passy en París. *Diplomático queretano; diletante de la música clásica.

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