¿El fin de la idea del Estado Nacional? Por lo menos esos eran muchos de los pronósticos que los versados en dichos temas han estado diciendo desde finales del siglo pasado y principios de éste. Y hay muchas pistas que así lo señalan: movimientos globalizadores, la apertura de fronteras, el “acercamiento tecnológico” entre los sujetos de diversos países, la alta migración, etcétera.

Pues hoy asistimos a un evento que reivindica la idea que el nacionalismo europeo está más vigente que nunca.

El histórico referéndum de Escocia define a todo el Reino Unido y desempolva movimientos independistas similares en Europa: Cataluña o el País Vasco, por citar un ejemplo. No cabe duda que el lazo nacionalista escoces perdura más allá de los más de 300 años que tienen integrados al Reino Unido.

Pero alejémonos un poco de la parte “romántica” que se entrevé en este asunto, reparemos en los argumentos fuertes que tiene las posturas tanto para el sí como para el no.

Por lo que toca a los que apoyan la separación, manifiestan que Escocia pudiera explotar para sí y sólo para ellos su potencial económico. Sin contar que Aberdeen, ciudad de Escocia, se ha considerado desde 1970 la capital del petróleo en Reino Unido y todo el norte de Europa. Se argumenta entonces que con tal reserva, Escocia se convertiría un país inmensamente rico, gracias a sus exportaciones de crudo directamente extraídas del Mar del Norte. Según sus cifras, Escocia es la segunda economía más importante después de Londres y que por lo tanto no es justo que “mantengan a todo el país”.

Por la otra parte, para los que dicen no a la secesión, de entrada disponen de todo el apoyo del aparato gubernamental desde Londres, sin contar con el respaldo mediático de la Corona; que dicho sea de paso ha sido muy bien utilizado por la Reina Isabel II, inyectándole un toque de “sentimentalismo”.

Además, los seguidores del no, aseveran que las consecuencias económicas son las más alarmantes, no solo para la Escocia escindida, sino para todo Reino Unido. En el primer caso, se sostiene que las “abundantes reservas petroleras” no son tanto y se ha exagerado. Y por el lado de Reino Unido, mostraría una seria debilidad política frente al gigante de la Unión Europea.

Sin contar que existe la amenaza latente que una vez separados, las empresas con matriz establecida en Escocia, se trasladen a Londres; tal y como lo han señalado entidades económicas internacionales como Lloyds y RBS.

Sin duda, las consecuencias económicas de estas decisiones son las que objetivamente —desde mi punto de vista— debieran evaluarse; sin olvidar que la imagen geopolítica del Reino Unido sale muy raspada. Hoy a mi parecer este enésimo movimiento separatista obedece a figuras que en la Ciencia Política del siglo XXI se advertían como agonizantes: nacionalismo, patriotismo, ambos elementos entronados en el añejo Estado Nacional que creíamos acabado. Aquel Estado Nacional por quien desde su nacimiento ha hecho correr ríos de sangre en incontables guerras, incluso mundiales. Sin duda motivo de análisis para aprender la lección histórica que se nos presenta.

Director General ArtMol Consultores y Servicios

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