Después de un año complejo, donde los efectos de la pandemia se han sentido abruptamente, la posibilidad de renovación y cambio son un incentivo para buscar algo mejor. Querétaro no se puede conformar con estar en la media nacional o en ser un lugar atractivo por su belleza, sino que debe marcar tendencia y pauta en el desarrollo nacional e internacional.

Es ahí donde resalta el papel de la mujer, con su hambre de aportar y transformar, de proponer y brindar soluciones para mejorar nuestro entorno y, además, de reclamar lo que por derecho le corresponde desde hace siglos: ser factor en la toma de decisiones.

Es en este contexto como la paridad de género en la postulación de candidaturas y sanciones más severas a la violencia política contra las mujeres, son un gran avance que aportará beneficios tangibles en la construcción de una sociedad más plural y equitativa, situación que es parte de la fisonomía de México, un país multicultural, lleno de variedad, pero con un catalizador común: la unidad nacional.

Las reformas aprobadas en abril del año pasado, así como la obligación de los partidos políticos a postular, en igualdad de condiciones, a mujeres y hombres, ha sido un parteaguas en la forma de hacer política. En este sentido, la diferencia que habrá en el siguiente proceso electoral será el papel preponderante de las mujeres en la contienda, cuestión que ya se está viendo materializada en algunas fuerzas políticas, donde la apertura hacia las mujeres se ha hecho latente y oportuna.

Con el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por el que determinó que exista equidad de género en las quince gubernaturas que se disputarán este año, el panorama político-electoral ha cambiado de forma interesante. La incursión de las mujeres en la política, en las mismas condiciones que los hombres, es algo que por fin será una realidad.

Sin duda, ello generará un cambio cultural complejo, en el que confluyan sentimientos encontrados y en el que habrá posturas divergentes, algunos a favor, otros en contra; sin embargo, algo que no podemos olvidar, es que se trata de un momento histórico que representa la oportunidad de reivindicar cientos de años de desigualdad y discriminación, un momento para abrir la mente a nuevos paradigmas y realidades por un futuro más equitativo.

Por ello, es gratificante formar parte de este momento y, de cierta manera, haber aportado a su consolidación a nivel local, pues ello no solo permitirá grandes cambios ahora, sino también en el futuro, cuestión que, sin duda, el tiempo reconocerá. Así, más allá de los resultados que se den en el siguiente proceso electoral, lo que debemos reconocer es que este será el primero en el que las mujeres tendrán un verdadero papel protagónico; en el que ellas demostrarán de lo que están hechas y hasta dónde pueden llegar.

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